RT | La
serie de atentados mortales en París no fue un simple acto de violencia sin
sentido: con estos ataques, el Estado Islámico intenta provocar "una
rápida respuesta emocional" y la invasión terrestre de Siria, según
sostiene el periodista Iván Yakovina en un artículo analítico, en donde explica
paso a paso los motivos de los terroristas y la medidas que debería tomar
Occidente para evitar un gran error estratégico.
El
carácter, la "coordinación excepcional" y la "planificación
cuidadosa" sugieren que son los "bien preparados" terroristas
del Estado Islámico quienes están detrás de los atentados en la capital
francesa, escribe Iván Yakovina en un nuevo artículo, publicado en el portal
Slon.ru.
Según
explica este periodista, el Estado Islámico es, en primer lugar, una formación
basada en la religión y la ideología y su propósito declarado "no es el
bienestar de sus seguidores ni tampoco la conquista del mundo y la construcción
de un califato mundial, sino la aproximación del fin del mundo, con la
posterior plaza en el paraíso para sus partidarios".
Su
principal fuerza, según Yakovina, está en su ideología, que se basa en que
muchos musulmanes religiosos no ven ninguna perspectiva en su vida y se sienten
humillados por los "dictados globales de Occidente", además de
experimentar frustración por las dictaduras o por los fallidos proyectos de
democracia de la Primavera Árabe.
"Para
ellos, un 'califato' invencible dirigido por 'un descendiente del profeta
Mahoma' y anunciado en los libros sagrados no es solo la única manera de darse
a conocer, sino también la más atractiva, que les permite servir a un gran
objetivo común: lograr el éxito en la vida y, al mismo tiempo, garantizarse un
lugar en el paraíso", argumenta el analista.
De esta
manera, cuantos más seguidores se unen a las filas del Estado Islámico, más
fuerte se hace; y cuanto más fuerte se hace, más personas quieren unirse a sus
filas, ya que ven en el grupo terrorista al califato 'verdadero', el de los
libros sagrados, explica Yakovina.
La paradoja
es que, al mismo tiempo, la ideología del Estado Islámico esconde su principal
debilidad ya que, según las escrituras, el verdadero califato primero tiene que
poseer sus propios territorios, y segundo, su esfera de influencia debe
expandirse continuamente "con la ayuda de Alá", escribe Yakovina.
"Si
esto no ocurre, si el territorio se reduce, significa que el Todopoderoso
considera esta 'edición' del Estado un error y se niega a favorecerle. De esta
manera, un califato que se muere es una falsificación, que nada tiene que ver
con las antiguas profecías, y no tiene sentido unirse a sus filas", agrega
el periodista, para sentenciar que "esta es la situación que tenemos ahora
en Siria e Irak", en donde el 'califato' ha empezado a perder los
territorios y la legitimidad.
Batalla por
Dabiq: el arma mágica de los ideólogos del califato
Yakovina
estima que para los ideólogos del 'califato' perder territorios es una
verdadera catástrofe, "una clara evidencia de que su proyecto se está
muriendo", mientras que para los partidarios del EI se trata de "un
signo de su falsedad".
"Para
corregir la situación necesitan algo extraordinario, una 'bala de plata' que,
con un solo disparo, resolvería todos los problemas", opina el analista,
quien añade que los terroristas "tienen algo así en su arsenal
ideológico".
Se trata de
la mítica batalla por Dabiq, una localidad al norte de Siria controlada
actualmente por el Estado Islámico donde, según la escatología islámica, se
enfrentarán los musulmanes contra sus enemigos occidentales en "el fin de
los tiempos".
La victoria
en esta batalla sería una importante señal del fin del mundo y daría una nueva
vida al proyecto islamista, ya que sería un milagro, una prueba de su
legitimidad y de la gracia de Dios, señala Yakovina.
Sin embargo
el periodista revela que "hay un problema: los malditos infieles no
muestran ningún interés en esa remota ciudad siria".
Ataques en
París: un intento de acercar el "fin del mundo"
En estas
condiciones, el principal objetivo del EI es provocar una invasión terrestre
extranjera, sostiene el autor del artículo. Como, de momento, la opinión
pública occidental se opone firmemente a enviar sus tropas para librar otra
guerra en Oriente Medio, los terroristas necesitan cambiar su punto de vista, y
para hacerlo, buscan sembrar el odio y el deseo de venganza en los corazones de
la gente.
"La
experiencia del 11-S demostró que este problema se puede resolver: solo es
necesario organizar un atentado espeluznante, pero brillante y temerario, con
el mayor número de víctimas posible", indica el analista, para valorar que
eso fue lo que pasó en París este viernes, 13 de noviembre.
Yakovina
considera que, con estos atentados, los terroristas buscan provocar que los
europeos sientan que la guerra ha comenzado y que no podrán evitar sufrir
víctimas, con lo cual es mejor enviar a los soldados profesionales a la
batalla, en vez de arriesgar las vidas de los ciudadanos de a pie.
Si el grupo
terrorista no logra su objetivo ahora, organizará más ataques hasta que la
población de los países occidentales empiece a exigir a sus gobernantes que manden
tropas para acabar con los terroristas, mientras que el Estado Islámico ya
tiene todo preparado para recibirlas, estima Iván Yakovina.
Desde el
punto de vista logístico, militar y estratégico, el punto de entrada más
conveniente y obvio de las tropas extranjeras es el norte de Siria, en donde el
territorio controlado por los terroristas limita directamente con uno de los
países de la OTAN: Turquía.
"El
inicio de una posible intervención desde el norte de Siria parece la solución
obvia desde cualquier punto de vista, excepto uno: allí se ubica la famosa
localidad de Dabiq", asevera el analista.
Mientras
tanto, lo más probable es que el Estado Islámico haya reforzado al máximo este
muncipio y sus alrededores, una zona que lleva un año bajo su control. Además,
los combatientes lanzarán todas sus fuerzas a la batalla por Dabiq, que para
ellos será más importante que cualquier otra localidad.
Según los
cálculos del EI, las grandes pérdidas entre los militares y la transformación
de la batalla en una guerra de guerrillas, como en Irak o Afganistán, podrían
volver a cambiar la opinión pública occidental para que exija la retirada de
las tropas, circunstancia que 'certificaría' la ansiada 'victoria en Dabiq' y
supondría la señal del fin del mundo y, por consiguiente, la salvación del
proyecto del califato, vaticina el periodista.
¿La solución?
En esta
situación, lo más irracional que pueden hacer Occidente en general y Francia en
particular es caer en la trampa de los terroristas y desarrollar una operación
terrestre, opina el autor del artículo, que insiste en que el Estado Islámico
ya está muriendo por perder territorios y, en consecuencia, la confianza de sus
seguidores.
"Impedir
este proceso y provocar que se cumpla la profecía en la que se basa la ideología
del califato sería una verdadera locura", asegura Yakovina.
El inicio
de una posible intervención desde el norte de Siria parece la solución obvia
desde cualquier punto de vista, excepto uno: allí se ubica la famosa localidad
de Dabiq
A su
juicio, en vez de ello los gobiernos occidentales deberían centrarse en
prevenir futuros atentados, fortalecer los departamentos antiterroristas de sus
servicios especiales y revisar su política de 'puertas abiertas' en relación
con los refugiados de la región devastada por la guerra.
La noche
del pasado viernes, la capital de Francia vivió varios ataques terroristas que
se cobraron la vida de, al menos, 132 personas y dejaron más de 300 heridos. A
raíz de esos atentados, el Ejército francés ha desplegado 1.000 soldados
adicionales para garantizar la seguridad en las calles de París, mientras que
la Policía efectúa redadas antiterroristas en todo el país.
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