Satanismo, narcotráfico, palizas y un
homicidio. Todos esos elementos acechaban la vida de Fernanda Pereyra (de 26
años, en la foto), una joven embarazada que fue asesinada en la ciudad de
Rincón de los Sauces (Neuquén, Argentina). Su cuerpo fue hallado en un
descampado.
Los peritos determinaron que sus restos
habían sido objeto de un extraño ritual. Con tablas, partes de palets, gomas y
grandes cantidades de combustible, la joven madre fue reducida a cenizas.
Apenas si sobrevivió una cadenita que llevaba puesta. Lo cuenta Claudio Andrade
en Clarín.
El lugar donde quemaron el cadáver no
habría sido elegido al azar: el descampado está en el kilómetro 6 de la ruta 6.
La víctima, además, estaba embarazada de 6 meses. Para los investigadores, se
trata de un gesto cruel y morboso dedicado al 666, el número bíblico de “La
Bestia”.
Por el brutal homicidio, cometido el pasado
20 de julio, fueron detenidos tres sospechosos: su ex pareja, Luciano
Hernández, y dos amigos de él, Osvaldo Castillo y Diego Marillán. Según
informaron fuentes del caso, los acusados están relacionados con el tráfico de
drogas en la zona y practican satanismo y otras creencias de origen africano.
Por eso, los investigadores creen que la víctima fue sometida a un ritual en el
que se involucró a San La Muerte, el santo de los narcotraficantes, y a
Destranca Rua, entidad relacionada con el kimbanda, un culto sincretista de
origen angoleño.
Adoración del Diablo
En el inquilinato en el cual vivían los
sospechosos descubrieron música satánica e imágenes en las que predomina la
idea del Diablo como entidad superior. Los tres llevan en sus cuerpos tatuajes
relacionados con un credo oscuro y sangriento. En sus pieles predominan los
tridentes y las mujeres en llamas. En el patio de la pensión hasta encontraron
una oveja que los involucrados usarían en sus ceremonias.
El caso conmovió a Rincón de los Sauces,
donde viven unas 20.000 personas. Cientos de vecinos protagonizaron marchas por
las calles de una de las ciudades más afectadas por el recorte de personal de
las petroleras. Se estima que más de 1.000 operarios locales se quedaron sin
empleo. En ese contexto, el narcotráfico, nacido a la par del boom petrolero,
tomó el control de los barrios más humildes.
Trasfondo de narcotráfico y violencia
Pereyra vivía en medio de una pesadilla. En
2014, su anterior pareja, el boxeador Ademar Maragel, padre de uno de sus tres
hijos, la golpeó ferozmente cuando retiraba dinero de un cajero. Fue detenido
pero quedó en libertad. Dos años después, en noviembre de 2016, la joven fue
testigo de un crimen. El adolescente Franco Orellano fue asesinado por un
hombre vinculado al narcotráfico. Tras ese episodio, las amenazas se
convirtieron en algo frecuente. Sin embargo, aún no hay elementos que vinculen
su homicidio con esos dos episodios.
Según la investigación que llevan adelante
los fiscales Agustín García y Fabián Flores, los tres acusados subieron a
Pereyra a una Renault Kangoo y la acuchillaron. La camioneta fue lavada, pero
la Policía detectó sangre y cabellos de la víctima en los asientos y el techo.
Después la trasladaron hasta el descampado a orillas de la ruta 6. Ubicaron al
cuerpo entre matorrales, maderas y gomas, y lo quemaron. Antes de cometer el
homicidio habrían participado de un ritual satánico.
El pasado 4 de agosto, el juez a cargo de
la causa, Pablo Yancarelli, acusó a los detenidos por homicidio calificado y
les dictó seis meses de prisión preventiva, aunque la investigación se
prolongará hasta fines de año.
A mediados de julio, Fernanda había estado
en San Rafael, Mendoza, visitando a sus padres y a uno de sus hijos que vive en
esa ciudad. Antes de regresar mantuvo una dura conversación con Hernández. El
diálogo fue escuchado por la abuela de la joven porque el celular estaba en
altavoz. La mujer relató que cuando Pereyra le dijo a su ex que él “no podía
matar a nadie”, el hoy detenido le respondió: “Volvé y vas a ver de lo que soy
capaz”. Al despedirse, la chica abrazó a su familia y les confesó: “Ésta puede
ser la última vez que me vean”.
Los investigadores manejan dos hipótesis
sobre el móvil del crimen. Una apunta a la violencia que había sufrido la
víctima de parte de su ex. Esa relación se habría complicado aún más después de
que Pereyra quedara embarazada, fruto de una relación con otro joven.
La otra teoría apunta a que se trata de un
asesinato para atemorizar a la población. Marcelo Henriksen Velasco, el abogado
que defendió a la joven en la causa en la que fue testigo del homicidio de
Orellana, aseguró: “En mi opinión, esto no tiene nada que ver con violencia de
género y mucho menos con la participación de Fernanda en una causa como
testigo. Esto es un crimen por una disputa de narcos que pretenden asentarse en
la zona”.
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