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miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Qué será de la casa donde estuvieron cautivas las jóvenes de Cleveland?



La casa blanca con tejas rojas que lleva más de un siglo erigida en la avenida Seymour de Cleveland (Ohio, Estados Unidos) solo proyecta ahora la sombra del pasado. La de esa década en la que tres chicas fueron retenidas en su interior en contra de su voluntad y recibieron múltiples abusos y vejaciones hasta que fueron liberadas hace una semana.

 El pasado que orquestó Ariel Castro, un hombre de 52 años, cuando las raptó y las prohibió salir mientras él satisfacía sus oscuros impulsos sexuales. Ahora, sin embargo, el principal objetivo es impedir que la gente entre en ella. Y que la vea, y recuerde el suceso que ha conmocionado a esta comunidad del Medio Oeste estadounidense.

Las chicas que estuvieron ahí secuestradas, cuando pasen por aquí, no deberían ver esto y recordarles lo que vivieron", opina Johnny Wright, un vecino. "Lo que tuvieron que soportar, no lo tendría que haber soportado ningún ser humano".

El asunto no es, por desgracia, tan simple. Primero porque esa casa, construida en 1890, reformada en 1950 y adquirida por Castro 42 años más tarde, es hoy una prueba judicial de dos plantas. Por mucho que los vecinos sostengan ahora, en inusual unanimidad, que deba ser derribada, no deja de estar llena de pruebas contra Castro.

De ahí que desde hace unos días se estén cubriendo las puertas y ventanas con maderas para evitar la llegada de intrusos. Irónicamente, esto convierte a este singular edificio en una casa abandonada más de la avenida Seymour, una zona azotada con particular dureza por la crisis financiera de 2008.

Por otro lado, hay cierto caos fiscal alrededor de la vivienda: Castro dejó sin pagar miles de dólares en impuestos y la casa no puede pasar a ser propiedad del ayuntamiento hasta que no se resuelva ese asunto.

En los próximos día se erigirá una verja temporal de unos tres metros a su alrededor. Es imperativo proteger la construcción, insiste el concejal Brian Cummings, de gente que pueda prenderle fuego en un arrebato de justicia individual.

Añade Cummings que es demasiado pronto para saber qué hacer con ella. "La clave es que queremos respetar los deseos de las víctimas y es demasiado pronto para saber qué deseos son esos", ha añadido.

Efectivamente, éstas están, de momento, demasiado ocupadas disfrutando de su primer contacto con sus familias como para pensar en esas cosas. Han pedido tiempo y respeto a su intimidad.

"Estoy feliz de haber vuelto a casa y quiero agradecerle a todo el mundo por su apoyo. Por ahora solo quiero estar con mi familia", ha anunciado Gina DeJesus, una de ellas, a través de su abogado. Ha pasado mucho desde que tenían 14, 16 y 20 años y su juventud se vio truncada por la mala decisión de subirse al coche de un desconocido llamado Ariel Castro.

Algo parecido dijo Michelle Knight este fin de semana, cuando por fin salió del hospital. Ella fue la primera en ser secuestrada y la última en querer dejar el hospital. Todavía no está claro cuándo verá a su familia. "Estoy bien de salud, de buen humor y a salvo", dijo antes de adentrarse en una libertad que no ha conocido en años. "Me pondré en contacto con mi familia y allegados cuando el momento sea adecuado".

Más lacónico fue el comunicado de Amanda Berry, la chica que llamó a la policía la semana pasada y puso fin a la historia. "Gracias a todos por todo lo que habéis hecho y seguís haciendo", se leía. "Estoy feliz de estar con mi familia".

Según Jim Wooley, el abogado de las tres, ninguna de ellas hablará con los medios hasta que se haya terminado el juicio contra Castro, que ahora está en la cárcel bajo una fianza de ocho millones de dólares.

"Hay que darles tiempo, espacio e intimidad para que vuelvan a sentirse fuertes", concluyó Wooley.

Fuente: Yahoo! España

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