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viernes, 12 de junio de 2015

Profecías cumplidas! Cuatro señales que indican que la humanidad vive últimos días



¿Qué nos espera a los humanos en el futuro? Esta pregunta, que siempre ha preocupado al hombre, no parece tener una respuesta muy alentadora si nos atenemos a las últimas tendencias globales, desde las económicas hasta las ambientales.


Las constantes crisis económicas y las malas condiciones ambientales, el creciente número de cataclismos naturales y las nuevas y peligrosas enfermedades, así como los conflictos armados existentes y la alarma por las posibles guerras venideras son algunos de los factores que hacen que los científicos y analistas sean cada vez más pesimistas en sus pronósticos.

Con todo, tampoco se puede negar que la humanidad ha logrado considerables avances y progresos.

¿Cuál de estas tendencias prevalecerá? ¿Estamos viviendo nuestras últimas décadas o nos espera un futuro mejor? Para intentar responder a estas preguntas les invitamos a conocer las opiniones de los especialistas sobre la actualidad.

1.- El colapso de la economía mundial

Las tendencias en la economía mundial y los problemas a los que se enfrentan incluso las economías estables son una de las principales preocupaciones de los expertos.

En este sentido, el analista económico Gregory Mannarino asevera que “millones y millones de personas morirán en todo el mundo” cuando estalle la economía mundial basada en la deuda.

El experto está convencido de que la raíz del problema son los bancos centrales que “han adoptado un modelo económico basado en la deuda, que exige pedirle dinero prestado al futuro en cantidades cada vez mayores para mantener vivo el presente”, según una entrevista concedida al canal de YouTube X22 Report Spotlight.

Además, el experto opina que las mejoras en nuestro estilo de vida y “la cantidad de población” han crecido “en paralelo con la deuda”.

“Así que, cuando la burbuja de la deuda estalle, provocará una corrección de la población”, afirma el economista.

“A medida que los recursos se vuelvan más escasos, veremos que los países entran en guerra unos contra otros” y en el peor de los casos los humanos “lucharán por la supervivencia y para mantener viva a su familia y a sí mismos”, agrega Mannarino.

Por su parte, ejecutivos del banco estadounidense Goldman Sachs también advierten que el mundo se está hundiendo en una creciente deuda pública, mientras que la población mundial envejece, siendo ambos factores motivo de amenaza para la economía global.

“La demografía en la mayoría de las economías más importantes del mundo es un problema serio, y surge la pregunta de cómo vamos a pagar la carga de la enorme deuda, cuando la población envejece rápidamente y no tenemos la fuerza laboral necesaria para sostener un modelo económico impulsado por la deuda de la misma manera que logramos hacerlo en el pasado”, comentó el director ejecutivo europeo de Goldman Sachs Asset Management, Andrew Wilson, en una entrevista al diario ‘The Telegraph’.

Un ejemplo de ello, dice el experto, es Japón, donde la deuda pública ha sobrepasado el 200% del PIB, y donde el envejecimiento de la población no está ayudando a disminuir la deuda y más bien añade más presión a la economía. “Esto evidentemente no es sostenible a largo plazo”, sentenció.

2.- “Atmósfera de la guerra”

En una alocución durante su reciente visita de un día a Bosnia-Herzegovina, el papa Francisco afirmó sentir una “atmósfera de la guerra” en el mundo, haciéndose eco de las declaraciones similares de muchos expertos, políticos y activistas.

Mientras que hay quienes afirman que la humanidad está viviendo la época más pacífica de su historia, otros muchos sostienen que estamos ante una nueva guerra mundial.

Sea como fuera, las guerras locales y regionales en diferentes partes del mundo siguen cobrándose miles de vidas. Tan solo en el conflicto de Yemen se habían registrado casi 1.850 muertes y 7.400 heridos hasta el pasado 15 de mayo.

Esto, unido a los problemas demográficos que asolan a muchos países, revela un paisaje que no es nada positivo.

El mito de la “época más pacífica”

Según un reciente artículo del periodista ruso Antón Mujatáyev publicado por el portal LookAtMe, la afirmación de que vivimos en la época más pacífica en la historia de la humanidad es un mito.

“Las estadísticas demuestran que hoy en día los humanos están luchando entre sí mucho menos que en el pasado”, admite el periodista, citando las estimaciones de la ONU según las cuales actualmente hay 12 grandes conflictos armados en fase activa en el mundo. “Aún es mucho, pero mucho menos que en el siglo XX”, sostiene el autor del artículo.

A su juicio, estos cálculos permiten a numerosos expertos concluir que la humanidad se encuentra de camino hacia una convivencia pacífica.

La guerra es, en gran medida, un ritual, y en el pasado, “la gente establecía una clara distinción entre la guerra y la paz”, sin que apenas hubiera guerras no declaradas, escribe el periodista.

Sin embargo, prosigue, hoy en día en todas partes se producen guerras no declaradas: “Son guerras económicas y guerras de la información, la guerra contra el terrorismo y conflictos latentes que podrían estallar en cualquier momento”.

“La característica de todos estos tipos de guerra es que evitan los rituales y las formalidades, pueden empezar y terminar espontáneamente, y no conllevan la firma de ningún tratado de paz”, sostiene Mujatáyev.

“La línea entre la guerra y la paz es cada vez más borrosa”, y las autoridades de muchos países lo aprovechan “introduciendo medidas militares en tiempos de paz” y atentando contra las libertades básicas de los ciudadanos, opina el autor del artículo.

La amenaza de la Tercera Guerra Mundial

Entretanto, cada vez más voces alertan de una inevitable o casi inevitable guerra mundial que tendría consecuencias catastróficas para la humanidad, y algunos incluso especulan sobre las fechas concretas de su desarrollo.

Así, a finales de mayo, un exanalista de inteligencia de la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA), John R. Schindler, afirmó, haciendo referencia a un oficial de la OTAN, que la Tercera Guerra Mundial estallará dentro de un par de meses.

“Un alto oficial de la OTAN (no estadounidense) me dijo hoy: ‘Este verano probablemente estaremos en guerra. Si tenemos suerte, no será nuclear'”, escribió Schindler en su cuenta de Twitter.

Y es que, si analizamos los últimos acontecimientos, en el mundo no faltan puntos de tensión. Expertos en materia de seguridad advierten sobre un posible conflicto entre la OTAN y Rusia, China y EE.UU., China y la India, las dos Coreas o el Estado Islámico y el resto del mundo en caso de caer en sus manos un almacén de material fisible.

3.- Grandes epidemias y nuevas infecciones

Otro gran peligro para la humanidad son, sin duda, las grandes epidemias y las nuevas enfermedades que de momento no tienen cura y para las que el mundo no parece estar preparado, así como las bacterias resistentes a los antibióticos.

Según un reciente artículo de ‘Business Insider’, actualmente las infecciones que ya no responden a los medicamentos habituales están matando a 700.000 personas al año. Para 2050 ese número podría alcanzar los 10 millones de muertes anuales, advierte la publicación, que explica que el problema de las bacterias resistentes a los antibióticos se ha visto agravado por un acceso demasiado “liberal” a estos medicamentos.

Para muchos, las epidemias infecciosas son la mayor amenaza para nuestro futuro.

A finales de mayo el famoso magnate Bill Gates confesó que este es su mayor temor para el futuro de la humanidad, y estimó que una epidemia infecciosa podría matar a millones de personas en todo el planeta. 

“Creo que la posibilidad de una guerra nuclear es bastante baja, sin embargo la de una epidemia global mucho peor que la del ébola supera el 50%”, dijo Bill Gates en una entrevista a Vox.

Según el magnate, en el mundo globalizado y con fronteras abiertas actual, somos aún más vulnerables a una catástrofe infecciosa que en 1918 y 1919, cuando una epidemia de gripe española se llevó la vida de decenas de millones de personas.

En este sentido, estimó que una futura epidemia equivalente a la de la gripe española podría matar a 33 millones de personas en 250 días.

“Hemos creado, en términos de difusión, el ambiente más peligroso que hemos tenido en toda la historia de la humanidad”, concluyó Bill Gates.

El ébola, emergencia de alcance mundial

Un claro ejemplo de sus palabras es la epidemia de ébola de 2014-2015, el mayor brote epidémico de la enfermedad por el virus del Ébola que se haya registrado y que afectó a varios países de África occidental.

La epidemia de fiebre hemorrágica del Ébola, calificada por la OMS como una “emergencia de salud pública de alcance mundial”, había matado a más de 9.400 personas el 20 febrero, cuando ya se habían detectado más de 23.300 casos de la enfermedad, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A pesar de que Liberia, uno de los más afectados por la epidemia, fue declarado libre de la transmisión del mal el pasado 9 de mayo, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, advirtió a principios de junio que “aún no podemos celebrar nada” ya que “mientras sigan existiendo casos de ébola en la región todos los países están en riesgo”.

En la misma línea van las declaraciones de la OMS, que advirtió en mayo que la epidemia todavía no ha terminado en África occidental.

El MERS, nueva pandemia

Si bien el punto crítico del ébola parece haber quedado atrás, una nueva amenaza para la salud mundial no tardó en ocupar su lugar.

Se trata del síndrome respiratorio por coronavirus de Oriente Medio (MERS-CoV), el virus al que no se puede combatir con vacunas ni tratamientos, y que ha conseguido expandirse más allá de la península Arábiga, de donde es originario, hasta llegar incluso al extremo este del continente asiático, afectando gravemente a países como Corea del Sur o China.

El MERS es un coronavirus de la misma familia que el que desencadenó el brote mortal en 2003 del síndrome respiratorio agudo severo (conocido como SARS), que se cobró la vida de cientos de personas en todo el mundo.

Más de 20 países se están viendo afectados por el virus del MERS, que presenta índices de mortalidad superiores al 40% y por el momento no tiene vacuna ni tratamiento posible desde que fuera detectado por primera vez en humanos en 2012 en Oriente Medio, de acuerdo con el portal Channel NewsAsia.

Actualmente, la enfermedad ha generado alarma en Corea del Sur, donde se han registrado los primeros casos letales del brote actual.

Asimismo, China confirmó a finales de mayo haber registrado el primer caso del coronavirus en el país: un ciudadano surcoreano de 44 años de edad que viajó a la provincia de Cantón desde el cercano Hong Kong.

El chikunguña activa alarmas en América Latina

Mientras tanto, el brote de chikunguña, una dolencia de origen africano, está propagándose por América Latina a velocidad récord.

Según informó a mediados de mayo el diario ‘Última Hora’, citando a la Secretaría de Salud de México, en México se registró un incremento de un 17,9% de los casos de infección a causa del virus en cinco estados del país en apenas una semana.

En Ecuador, fue detectado un incremento de más de 3.000 casos en una semana, llegando la cifra total en el país a los 15.730, según los datos del Ministerio de Salud del 3 de junio, citados por el diario ‘El Comercio’.

Por su parte, la ministra de Salud de Honduras, Yolani Batres, reveló que hasta la fecha hay más de 26.000 casos de chikunguña en el país, además de más de 16.000 de dengue, y que ambas enfermedades constituyen una epidemia, según el periódico ‘La Tribuna’.

El chikunguña, cuyo nombre significa ‘retorcerse’ en lengua makonde, apareció por primera vez en Tanzania en 1952 y desde allí migró al resto de África y a Asia, según la OMS. Al igual que el dengue, la enfermedad se transmite mediante el mosquito ‘Aedes aegypti’, cuyos huevos eclosionan en agua.

Según el investigador estadounidense de la Universidad de Texas Scott Weaver, una posible causa de esa rápida expansión de la enfermedad podría ser una mutación del virus que hace que las aves zancudas que lo transmiten se infecten con mayor facilidad. Como consecuencia, la fiebre chikunguña se puede expandir con mayor rapidez por el continente americano.

4.- Degradación ambiental y desastres naturales

A todo esto hay que añadir la imparable degradación ambiental y los desastres naturales, cada uno de los cuales se puede cobrar miles de vidas, aparte de otras consecuencias devastadoras.

A este respecto, los últimos acontecimientos también demuestran que la humanidad está caminando sobre el filo de la navaja. La actividad volcánica en Chile, la reptación del suelo en Perú que amenaza con tragarse pueblos enteros, los sismos de Nepal y el calor anómalo en la India son solo algunos de los ejemplos.

Cataclismos naturales

El devastador terremoto en Nepal del pasado mes de abril y sus numerosas réplicas marcarán sin duda una de las páginas más negras de la historia del país y de toda la humanidad.

El sismo de Nepal dejó más de 8.000 muertos y cerca de 17.000 heridos, y ha sido considerado el peor desastre natural en la zona desde el año 1934, cuando un terremoto de magnitud 8 causó 8.500 víctimas mortales.

El desastre de Nepal activó las alarmas en todo el mundo, y numerosos expertos reconocieron que muchas zonas de nuestro planeta no están preparadas para enfrentarse a este tipo de cataclismos.

El mismo mes de abril, el volcán Calbuco, en Chile, entró en erupción tras haber estado inactivo casi medio siglo. El Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) del país declaró la alerta roja, y la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) ordenó la evacuación de todas las poblaciones cercanas al volcán en un radio de 20 kilómetros. Alrededor de 4.400 personas fueron evacuadas de sus hogares.

En Colombia, más de 80 personas murieron y un número indeterminado desaparecieron a causa de una avalancha registrada en mayo en el municipio de Salgar (noroeste del país).

Y en Perú, los habitantes de la localidad de Socosbamba (distrito de Piscobamba) siguen en alerta debido a las grietas en el suelo y en edificios que aumentan de tamaño. Las autoridades del país ya han declarado el estado de emergencia en 19 localidades del distrito.

Aunque el progreso de la humanidad en muchas áreas es evidente e indiscutible, estos y otros desastres han demostrado que aún no estamos del todo preparados para afrontar los grandes cataclismos y que, en gran parte, seguimos dependiendo de lo que nos depare la naturaleza.

Y en este sentido, los pronósticos de la mayoría de los científicos son bastante pesimistas, como los del profesor de geofísica y riesgos climáticos Bill McGuire, que advierte de una serie de “eventos geológicos extremos” (terremotos, volcanes y tsunamis equiparables al devastador terremoto de Nepal) que podrían estar por venir.

Además, junto a la desaparición del hielo y la elevación del nivel del mar, las inundaciones previstas para el siglo XXI son inevitables, aseveró McGuire, citado por la revista ‘Newsweek’.

Catástrofes ecológicas

De acuerdo con el artículo ya mencionado de ‘Business Insider’, que analiza las ’15 formas en que el mundo va a ser aterrador en 2050, muchos de los futuros desafíos están relacionados con la degradación medioambiental.

Así, según advierte la publicación, para 2050, el aire podría llegar a ser “espeso debido a la contaminación”, lo cual provocaría el aumento de las enfermedades respiratorias.

Según un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el número de muertes causadas por la contaminación del aire habrá aumentado en 2050, cuando matará a más de seis millones de personas cada año.

El calentamiento global conllevará la proliferación de una gran variedad de insectos portadores de enfermedades mortales como la malaria, el dengue, la fiebre amarilla y el cólera. Además, las personas afectadas tendrán poca inmunidad frente a las enfermedades.

El cambio climático, además de elevar el nivel del mar y causar el aumento de las temperaturas, también hará que las tormentas sean más intensas.

“Mientras que nuestros abuelos vivieron una sola tormenta de la escala de la Sandy, nuestros nietos podrían ver al menos 20 durante su vida”, asevera el artículo.

Finalmente, el ascenso del nivel del mar causará inundaciones en las principales ciudades del mundo. El crecimiento del nivel del agua se hará sentir de forma aguda en EE.UU., donde en 2050 la mayoría de las ciudades a lo largo de la costa noreste podrían ver más de 30 días de inundaciones cada año.

Muchos de estos y otros problemas y desastres tienen relación directa con las acciones de los seres humanos. Entre estos problemas se encuentran la sobrepoblación, la contaminación, la caza furtiva, la exploración minera y, por supuesto, el calentamiento global.

Erich Fischer y Reto Knutti, científicos del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y el Clima de Zúrich, consideran que es la actividad humana lo que provoca el calentamiento global, que a su vez influye en la frecuencia cada vez mayor de fenómenos climáticos anómalos.

Por ejemplo, de acuerdo con los científicos, el aumento de la temperatura media del planeta, que tiene su origen en la revolución industrial del siglo XIX, está relacionado con el 75% de los casos registrados de calor anómalo y es responsable del 18% de las precipitaciones superabundantes.

“Desde que empezó el calentamiento global, en el transcurso de 30 años las épocas de calor extremo han sido cuatro veces más frecuentes que anteriormente”, explica Fischer.

¿Algo positivo?

Al repasar todas estas amenazas y tendencias alarmantes, la pregunta que surge es si todos los pronósticos son tan pesimistas y si el futuro no nos trae nada más que catástrofes y amenazas.

La revista ‘Politico’ realizó una encuesta llevada a cabo entre “las personas más inteligentes” de nuestro tiempo para comparar sus predicciones para el año 2030.

El mismo Bill Gates, tan pesimista en la cuestión de las enfermedades, predijo que en los próximos 15 años la humanidad podrá disminuir la mortalidad infantil.

“En los últimos cinco años Ruanda ha visto la mayor caída de la mortalidad infantil en la historia del mundo. Y sabemos cómo lo hicieron en Ruanda. Sabemos qué sistema de salud establecieron, sabemos qué vacunas aplicaron”, afirmó Gates.

“Etiopía está copiando ese sistema, todo el mundo lo copiará. De esta manera veremos disminuciones de la mortalidad similares en otros países”, recalcó.

Alec Ross, investigador principal en la Escuela de Asuntos Internacionales en la Universidad de Columbia y otro de los encuestados, pronosticó que, para el año 2030, la longevidad aumentará de promedio en dos años debido a la comercialización de la genómica y al uso de genes en cosmetología y medicina.

En el ámbito del clima, el estudio de la Organización Meteorológica Mundial muestra la disminución del total de sustancias que destruyen el ozono, medida según el equivalente efectivo de cloro estratosférico (EECE) en la atmósfera inferior y la estratosfera, así como los primeros indicios de recuperación del ozono.

Otra señal positiva es la reducción de la pobreza global: según los datos del Banco Mundial, el número de personas que subsiste con menos de 1,25 dólares al día ha disminuido extraordinariamente en las tres últimas décadas, de la mitad de los ciudadanos del mundo en desarrollo en 1981 al 21% en 2010, a pesar de un aumento del 59% de la población en esa zona.

Finalmente, de acuerdo con los datos recogidos por Unicef, la tasa de mortalidad infantil en el mundo ha disminuido hasta casi la mitad desde 1990.


Estos logros hacen pensar que no todo es tan negativo y que incluso problemas extremadamente difíciles pueden ser resueltos, si son afrontados de manera apropiada.

En este sentido, llaman la atención las declaraciones del representante de la OMS, Ruediger Krech, durante una rueda de prensa en Ginebra.

“Esperamos al fuego y luego corremos a apagarlo, pero luego nos olvidamos de tomar medidas para hacer que el edificio esté a prueba de incendios”, afirmó el experto, haciendo hincapié en que, para evitar otra tragedia global como la del ébola, es necesario que la comunidad internacional cambie radicalmente su enfoque hacia las emergencias de salud.

Aunque sus palabras hacían referencia al ámbito de la salud, pueden ser aplicadas también a otras esferas de nuestra vida.

“Lo que hace falta son transformaciones estructurales profundas, casi revolucionarias”, porque ya no podemos confiar en que sea la generación de nuestros nietos la que las lleve a cabo, sostiene, a su vez, el filósofo español Jorge Riechmann.


(RT Y CRISTIANO DIGITAL)

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