Leer | JUAN
9.1-7 |
El Señor usará el testimonio del cristiano de una manera poderosa.
Cuando contamos cómo Dios nos salvó y nos transformó, el Espíritu Santo puede
aumentar el interés de las personas por los asuntos espirituales, y usar
nuestras palabras para ayudarlas a buscar a Cristo como su Salvador.
En Juan 9,
leemos acerca de un ciego a quien el Señor curó. Había sido invidente desde su
nacimiento, y muchas personas querían saber cómo se produjo su sanidad
milagrosa. A todos los que lo interrogaban, les contaba los hechos tal como los
había experimentado: “El hombre al que llaman Jesús hizo lodo, me lo untó en
los ojos y me dijo: ‘Ve al estanque de Siloé y lávate’. Entonces fui, me lavé,
¡y ahora puedo ver!” (Jn 9.11, NTV).
Cuando
obedecemos los mandamientos del Señor, las personas que nos rodean notarán que
hay algo diferente en nosotros. Es posible que tengan curiosidad en cuanto a
nuestra manera de afrontar el sufrimiento o de mantenernos tranquilos en
tiempos de adversidad. Pueden preguntarnos por qué hemos renunciado a ciertas
actividades o evitamos ciertos lugares. Podemos responder de la misma sencilla
manera que el ciego: “Yo estaba ciego espiritualmente y separado de Dios por el
pecado. Jesús, el Salvador, murió en la cruz para pagar mis pecados. Por la fe
en Él, sé que he sido perdonado y adoptado en la familia de Dios. Es por eso
que no soy el mismo”.
No tenemos
que dar respuesta a todas las preguntas para poder hablar de nuestro Salvador.
Solo necesitamos decir lo que nos ha sucedido personalmente. Tómese el tiempo
para escribir su testimonio en unas pocas líneas y cuente su historia de manera
breve y clara. Después, busque la oportunidad de compartir con alguien más lo
que Dios ha hecho en su vida.
(En
Contacto)
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