Cientos de
personas han perdido la vida en el estado nigeriano de Benue, zona mayormente
cristiana del país, tras los ataques que se han registrado en el último mes por
parte de los pastores fulani.
En otro
triste episodio de violencia contra los cristianos, se han registrado ataques
desde el 21 de febrero que, según los informes, podrían haber supuesto la
muerte de unas 500 personas.
Las bandas
de nómadas de etnia fulani, de religión musulmana, han lanzado ataques
sistemáticos contra las comunidades locales en al menos seis aldeas. Según
algunos medios locales, el ataque se produjo en respuesta a una agresión hacia
los pastores, que decían haber perdido 10.000 vacas tras un ataque de los
lugareños.
La disputa
entre pastores y agricultores lleva en muchos casos a episodios de violencia
extrema en algunas regiones rurales de Nigeria.
Se calcula
que unas 20.000 personas han huido en los últimos meses ante la ola de ataques,
“la peor” desplegada en la zona desde el año 2010, cuando unas 500 personas
perdieron la vida en Jos.
Según
Domingo Ochoche, líder de una misión encargada de ayudar a víctimas de Boko
Haram que visitó la zona, la crisis en Benue es similar a la ocurrida en el
norte del país por el grupo terrorista.
“Los daños
he visto con comparables a los causados por Boko Haram”, advirtió.
Los ataques
armados en Agatu y sus alrededores, en el estado nigeriano de Benue, tienen
características muy conocidas por los nigerianos: ganaderos de etina Fulani, en
su mayoría musulmanes, atacan a los agricultores, en gran parte cristianos. El
conflicto por la tierra con frecuencia se presenta en términos económicos, pero
también tiene distintivos religiosos. Los supervivientes dijeron que los
atacantes se dirigieron específicamente a cristianos e iglesias y protegieron a
musulmanes y mezquitas.
La
violencia estalló el 23 de febrero y continuó a través de varias aldeas durante
varios días, culminando 29 de febrero en lo que los testigos dijeron a la
prensa nigeriana fue una masacre en Agatu. La matanza provocó protestas en la
capital de Nigeria, Abuja. Una semana después de que comenzaran los ataques, el
presidente Muhammadu Buhari ordenó una investigación.
A pesar de
ello no hay información oficial con respecto a las víctimas, que según varios
testigos ascienden a varios cientos. Ada Ojechi, una superviviente, contó que
las autoridades prometieron protección en el estado de Benue, creando una falsa
sensación de seguridad. Muchas de las personas que habían huido comenzaron a
regresar el domingo. Al día siguiente, los atacantes regresaron.
“Nuestro
pueblo fue tomado por sorpresa porque nos relajamos cuando oímos que el
gobierno federal había intervenido” expresó Ojechi.
“Desafortunadamente,
los Fulanis sabían que estábamos más relajados y se aprovecharon de nosotros
para desencadenar una terrible matanza. En estos momentos, los cadáveres están
por todas partes en el pueblo. Nos sentimos terriblemente decepcionados por el
gobierno que anunció que traería seguridad” .
El
presidente Buhari anunció recientemente que “la única manera de poner fin a la
violencia de una vez por todas es mirar más allá de un incidente y determinar
exactamente qué factores están detrás de los conflictos”.
“No debería
haber ninguna razón por la cual los nigerianos de cualquier grupo o lengua no
puedan convivir después de décadas haciéndolo con normalidad”.
Desde
organismos de derechos humanos temen que los actos violentos de Boko Haram
hayan inspirado a otros grupos, y que ahora los pastores fulani estén
realizando acciones de violencia de gran alcance.
Según
Puertas Abiertas, la acción de pastores Fulani ha supuesto casi un tercio de
las muertes por violencia en Nigeria el pasado año. El país africano ocupa el
puesto 12 en la Lista Mundial de Persecución.
MUNDO
CRISTIANO
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