La Policía ha descartado que la matanza en
una iglesia bautista de Sutherland Springs (Texas, EE UU) se debiera a motivos
raciales, religiosos o terroristas, y atribuyó la acción del tirador a causas
personales.
El asesino, Devin Kelley, de 26 años de
edad, estuvo involucrado en una disputa doméstica en 2014 con la familia de
Danielle Shields, su segunda esposa, y la situación recrudeció, según
funcionarios y registros públicos.
Freeman Martin, director regional del
Departamento de Seguridad Pública (DPS), confirmó que la suegra de Kelley era
feligresa de la iglesia bautista y que el criminal habría proferido una serie
de amenazas hacia la mujer por motivos que el funcionario dijo no poder
detallar aún:
«No contemplamos que la acción de ayer se deba a motivos raciales o religiosos; sí podemos decirles que había una serie de problemas domésticos en su familia».
Sin embargo, los familiares de Shields no
estaban en la iglesia en el momento en que se produjo el ataque, pese a que
solían frecuentarla de vez en cuando. El propio Kelley iba a veces a este
templo, según ha revelado el senador Ted Cruz.
Según las investigaciones policiales, el
asesino, que perpetró la masacre vestido con un chaleco antibalas, mató a dos personas
fuera de la parroquia y a 23 dentro del recinto, y un niño murió víctima de las
heridas en un centro médico local poco después del ataque.
Un vecino, convertido
en héroe
Devin Kelley recibió impactos de bala en la
pierna y en el torso disparados por un vecino, convertido ahora en héroe, que
se enfrentó con él después de escuchar los tiros desde su casa, según explicó
Freeman Martin.
A pesar de que en primera instancia las
autoridades dudaron de si el asesino se suicidó o murió a causa de los disparos
del vecino, identificado como Stephen Willeford, la autopsia reveló este lunes
que el tiro que él mismo se descerrajó en la cabeza fue el mortal. El asesino
se suicidó tras escapar de la zona del tiroteo y ser perseguido por carretera
durante varios minutos por Willeford y otro vecino —Johnnie Langendorff—, que
estaba cerca de la iglesia y vio el altercado.
Martin desveló también que los investigadores
han recogido de la escena del crimen centenares de balas y quince cartuchos con
rondas de treinta proyectiles cada una, lo que corrobora la violencia del peor
tiroteo en la historia de Texas.
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