RIES | El
gobierno de Tanzania ha decidido prohibir la brujería con el objetivo de frenar
los ataques contra los albinos, víctimas de creencias que atribuyen virtudes
mágicas a sus órganos.
“La
decisión fue anunciada el martes [13 de enero]. Esos supuestos brujos tienen
una parte de responsabilidad en las agresiones contra los albinos”, dijo a la
AFP un portavoz del Ministerio del Interior, Isaac Nantanga.
La
prohibición no apunta a los curanderos tradicionales que utilizan en particular
plantas para curar a sus pacientes. El gobierno lanzó una gran campaña de
comunicación en todo el país titulada ‘Terminar con los asesinatos de albinos’.
La campaña busca sensibilizar a la población pero también juntar información
para evitar los secuestros y asesinatos.
La campaña,
que comenzará dentro de dos semanas en las regiones de Mwanza, Geita, Tabora,
Simiyu y Shinyanga, las más afectadas, implica la creación de una fuerza de
intervención que asocie a policías, autoridades locales y miembros de la
Sociedad Tanzana de Albinos (Tanzania Albino Society-TAS).
“Queremos
combatir los secuestros y asesinatos de una vez por todas”, declaró el ministro
del Interior, Mathias Chikawe. El mandatario agregó también que “estamos contra
los que engañan a la población diciéndoles que se harán ricos por arte de
magia, contra los adivinos y los que distribuyen talismanes”.
La
prohibición de la brujería fue adoptada tras el secuestro a finales del pasado
mes de diciembre de una niña albina de cuatro años que sigue desaparecida. Los
albinos, que sufren de falta de pigmento en la piel, son victimizados porque
hay quienes creen que las preparaciones hechas a partir de extremidades de su
cuerpo traen buena suerte y riqueza.
Según el
último informe de la Organización de las Naciones Unidas, desde al año 2000
casi 70 albinos han sido asesinados en el país, pero sólo 10 personas han sido
condenadas por esos casos.
500 “brujas”
asesinadas al año
Tanzania es
un país donde la creencia y la práctica de la brujería continúa enraizada, y
donde la persecución y el asesinato de supuestas brujas provoca anualmente una
media de 500 muertes violentas, según datos del Legal and Humans Rights Center
(LHRC). Informa sobre ello la agencia Efe.
En octubre
de 2014, al menos siete personas fueron quemadas vivas en un pueblo del oeste
de país tras ser acusadas de haber participado en actos de brujería. Las
víctimas, todas de avanzada edad, fueron asesinadas por hombres armados que
fueron casa por casa para golpearlas y luego prenderles fuego.
Los
asesinatos de sospechosos de brujería no son un hecho novedoso ni aislado en
este país. Son muertes con una alta carga de violencia, que incluyen
decapitaciones o desmembramientos, según recoge el informe Human Rights Report
(HRR) del Departamento de Estado de Estados Unidos. La novedad, desde 2013, es
quemarlas vivas, explica a Efe el doctor Simeon Mesaki, de la universidad de
Dar As Salam y especialista en brujería.
Tanzania es
un país que se enorgullece de ser una democracia estable entre los convulsos
sistemas de Gobierno de la zona. Su sociedad, considerada como una de las más
«armoniosas» de África oriental, posee una fuerte identidad nacional, siendo
uno de los pocos países subsaharianos que emplea el «suajili» como primera
lengua oficial.
Preocupante
incremento de asesinatos
No
obstante, el pasado año, Naciones Unidas denunció el preocupante incremento de
asesinatos relacionados con la práctica de la brujería. En 2012, 630 personas
fueron asesinadas en Tanzania por motivos relacionados con la brujería, cifra
que se elevó a 765 en 2013, según datos de la Policía recogidos en el HRR.
La mayoría
de los asesinados son mujeres (505 frente a 260 hombres en 2013), ancianos y
niños, y la región más afectada son las zonas rurales al sur del Lago Victoria.
Tanzania es un país con población mayoritariamente cristiana, pero la brujería
es una creencia que perdura más allá de la religión.
Según
explica a Efe Maia Green, antropóloga y experta en brujería de la Universidad
de Massachusets, que escribió su tesis doctoral en este país africano, tanto el
cristianismo como el islam son religiones con «fuertes creencias en el mal y en
los espíritus» que «coexisten y se mezclan» con estas creencias ancestrales.
La brujería
se practica tanto en zonas rurales como en las ciudades, y es un medio de
«encontrar chivos expiatorios para las desgracias» que, además, «explica y
racionaliza las acusaciones por envidia, celos, codicia, incomprensión o
desinformación», añade Mesaki. La exclusión social o la expulsión del pueblo es
la respuesta más habitual ante una sospecha de brujería dentro de una
comunidad.
Sin
embargo, los asesinatos también son una realidad, tanto que en 1982 el Gobierno
tanzano tuvo que aprobar una Ley de Brujería que, además de criminalizar esta
práctica, pretendía evitar que los ciudadanos se tomaran la justicia por su
mano. Pero, tal y como denuncian el LHRC y el profesor Mesaki, entre otros,
esta regulación se ha demostrado incapaz de resolver los problemas derivados de
la práctica de la brujería.
Según
apunta el especialista, la creencia en la brujería es demasiado fuerte en el
país como para ser regulada por métodos legales. De hecho, y según sostiene en
un artículo titulado «Brujería y la Ley en Tanzania», la creencia se ve
«reforzada y legitimada» por la existencia de esta normativa. Mesaki insiste en
que esta ley es un reflejo de la percepción social de que la brujería es «indeseable»,
y que por tanto es necesario «castigar a aquellos que la practican».
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