Solicitantes
del derecho de asilo de confesión musulmana arrojaron agua hirviendo y ácido a
otro peticionario por haberse convertido al cristianismo. El hecho tuvo lugar
en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Jaeren (Noruega)
Unos
“solicitantes de Asilo”, tras descubrir que el afgano “Alí” no seguía el ayuno
del Ramadán porque se había convertido al cristianismo, le amenazaron con la muerte para forzar su
vuelta al Islam, y como las coacciones mafiosas no dieron sus frutos, le
arrojaron agua hirviendo.
“Alí” yació
en el suelo durante más de una hora hasta que la policía lo trasladó a un
hospital, donde permaneció ingresado una noche. Devuelto al C.I.E, y cuando apenas había entrado en su
habitación fue rociado con ácido.
El afgano
cristiano no ha querido en ningún momento facilitar su identidad, puesto que si
es deportado el régimen “moderado” de su país podría ejecutarlo por el delito
de apostasía.
En el
Centro de Internamiento de Extranjeros de Jaeran, “Alí” se recupera de graves lesiones,
aterrorizado por el terror a ser
deportado y el miedo a que le arrebaten la vida
los secuaces de Mahoma con los que convive. Y su temor a ser asesinado
no carece de fundamento, como tampoco lo tiene la constatación de la culposa
negligencia de las autoridades noruegas, que han omitido su deber de preservar
la integridad física y moral de las personas que se encuentran bajo su
custodia.
Es
verdaderamente insólito que unos
peticionarios de asilo violen con tanta contundencia la Convención de Ginebra de 1951 en el país
donde piden refugio y es dependencias de un C.I.E. Y no deja de ser ilustrativo
que los infractores de la Norma sean musulmanes
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