Las consecuencias devatadoras del efecto
Trump en la poderosa y dividida iglesia católica norteamericana, con 65
millones de fieles, hicieron estallar la primera bomba de réplica: el cardenal
arzobispo de Chicago, Blaise Cupich, dijo en una declaración que Estados Unidos
“vive un momento oscuro de su historia” por la orden del nuevo presidente “para
rechazar a los refugiados y cerrarles las puertas de nuestra nación, en modo
particular a los musulmanes”.
El cardenal Cupich es cercano al Papa
Francisco, y a pesar de que no lo haya manifestado, sus declaraciones van de la
mano con las opiniones del Pontífice.
Cupich condena abiertamente la persecución
de los refugiados “que huyen de la violencia, la opresión y la persecución”,
como contrario “tanto a los valores católicos como a los valores
estadounidenses”.
El cardenal de Chicago se pregunta si “no
hemos repetido las desastrosas decisiones de cuantos en el pasado han rechazado
a otros pueblos en fuga de la violencia”. Y señala que “nosotros los católicos
conocemos bien esta historia”.
Tras describir como arbitrarias las medidas
ordenadas por el presidente Trump “contra gente con visas válidas y otros
documentos apropiadas”, más el rechazo de otros que estaban por embarcar, el
arzobispo señaló que la justificación de que “no es una prohibición contra los
musulmanes”, no resulta válida “porque está focalizada en países con mayoría
musulmana”.
El religioso de Chicago, que con su
declaración reanimó a los grupos progresistas católicos, señaló que “el mundo
nos está mirando mientras abandonamos nuestro compromiso de fidelidad a los
valores de Estados Unidos. Estas acciones ayudan y refuerzan a cuantos quieren
destruir nuestro estilo de vida. Hace disminuir la estima en nosotros por parte
de muchos pueblos que quieren reconocerse en el país que defiende los derechos
humanos y la libertad religiosa, y no en una nación que pone en la mira a
grupos religiosos y les cierra después las puertas”.
En su discurso, el cardenal Cupish remarcó
“la larga historia de acogida a los refugiados que huyen para salvar sus
propias vidas, y las organizaciones católicas que han ayudado a reinsertarse a
muchas familias”. En el caso de Chicago “generaciones de migrantes encontraron
una nueva casa y nos hicieron mejores”.
El arzobispo concluyó su declaración
citando una frase del Papa Francisco, en el discurso que el pontífice argentino
pronunció en 2015 durante su visita a Estados Unidos, ante el Congreso
norteamericano reunido en Washington para escucharlo. Bergoglio dijo entonces
que “si queremos seguridad demos seguridad, si queremos vida demos vida, si
queremos oportunidad demos oportunidades”.
Estas palabras de Francisco, concluyó el
cardenal de Chicago, “fueron seguidas de una frase muy importante cuando
debemos hacer las cuentas con el momento que vivimos: La medida que usamos para
los otros será la medida que el tiempo usará para nosotros”.
Fuente: Diario Cristiano Web
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