Las
imágenes son estremecedoras y muestran el grado de bestialidad sin límites al
que puede llegar el ser humano cuando se deja gobernar por la ira colectiva.
Hombres y mujeres, grandes y chicos, participando del bárbaro linchamiento de
una adolescente de 16 años, sin ninguna señal de piedad o humanidad.
Todo se
desató el pasado martes 12 de mayo, cuando Carlos Enrique González Noriega, un
conductor de mototaxi de 68 años, apareció muerto en el pueblo de Río Bravo,
departamento de Suchitepéquez. Los vecinos intentaron averiguar lo que había
ocurrido y descubrieron que lo habían asesinado por negarse a pagar una
extorsión para poder trabajar.
En
Guatemala, que tiene una tasa de 40 homicidios cada 100.000 habitantes -una de
las más altas del planeta-, es flagrante la ausencia del Estado en determinadas
regiones rurales. Ese vacío es ocupado por maras y distintos tipos de
organizaciones mafiosas, que controlan a las poblaciones a través del terror.
En ese contexto, es habitual que a comerciantes y trabajadores autónomos se les
exija el pago de un "canon" para desarrollar sus actividades.
Según
informó Prensa Libre, González Noriega se había negado a pagar, y la joven -que
sería hija de un peligroso pandillero que se encuentra en prisión- fue enviada
junto a otros dos hombres a asesinarlo. Nunca se comprobó que las cosas hayan
ocurrido de esa manera, pero cuando el grupo de vecinos enardecidos encontraron
a la adolescente con el arma en su poder, no les importó hacer ninguna
averiguación adicional: habían encontrado a su chivo expiatorio.
Primero la
atraparon, después la golpearon de todas las formas posibles y, para terminar,
al grito de "¡Fuego, fuego!", la rociaron con gasolina y la quemaron
viva. La joven murió pocos minutos después. El video que acompaña esta nota
está editado del original que grabó uno de los testigos, que muestra el salvaje
acto de principio a fin.
Por el
momento, ninguno de los asesinos -fácilmente identificables por el video- está
siendo investigado por las autoridades, que son virtualmente inexistentes en la
zona. Pero ya recibieron amenazas por parte de las maras, que juraron vengar la
muerte de la adolescente.
INFOBAE
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