Una serie
de devastadores terremotos ha sacudido Nepal en las últimas semanas, causando
miles de muertos, heridos y desplazados y dejándose sentir en los países
vecinos.
Lo que
ocurrió en Nepal ha hecho recordar los terremotos más graves de este siglo, y
se sumó a otros numerosos desastres naturales que han afectado a nuestro
planeta recientemente.
Asimismo,
volvió a activar las alertas en otras partes del mundo potencialmente
vulnerables y despertar una serie de importantes preguntas: ¿Se puede predecir
este tipo de catástrofes naturales? ¿Estamos preparados para afrontarlas?
¿Tenemos los humanos la culpa de que se hayan intensificado, o se trata de los
caprichos inevitables de la naturaleza? Y, tal vez, la pregunta más importante:
¿Qué es lo que nos espera en el futuro?
Devastadores
terremotos
Los
desastres que están asolando Nepal, sin duda, marcarán una de las páginas más
negras de la historia del país.
El pasado
25 de abril un devastador terremoto de magnitud 7,9 sacudió Nepal destruyendo
edificios en Katmandú y afectando severamente a las zonas rurales de la región.
La cifra de muertos supera las 8.000 personas, además de miles de heridos y
afectados en todo el país. El primer ministro, Sushil Koirala, comunicó a la
agencia Reuters que el número de víctimas mortales puede llegar a 10.000.
"En
Nepal habrá brotes de cólera y otras enfermedades. Es una batalla donde no
podremos ganar. Lo único que podemos hacer es minimizar el dolor y la
mortalidad." Antti
Rautavaara, jefe de agua, saneamiento e higiene de UNICEF en Nepal
El
terremoto de Nepal ha sido considerado el peor desastre natural en la zona
desde el año 1934, cuando un terremoto de magnitud 8 causó 8.500 víctimas
mortales.
Desde el 25
de abril, el país sigue experimentando réplicas de diferente potencia. Además,
apenas dos semanas después, un nuevo terremoto de magnitud 7,3 dejó en Nepal
136 personas muertas, mientras que otras 3.135 resultaron heridas. Además, el
sismo y sus réplicas se sintieron en todo el norte de la India, Bangladés y en
el Tíbet (China), donde también varias personas perdieron vida o resultaron heridas.
Tras estos
devastadores terremotos, los habitantes de Nepal están bajo la amenaza del
cólera y otras peligrosas enfermedades debido a la falta de saneamiento en el
país.
"En
Nepal habrá brotes de cólera y otras enfermedades. Es una batalla donde no
podremos ganar. Lo único que podemos hacer es minimizar el dolor y la
mortalidad", confesó el jefe de agua, saneamiento e higiene de UNICEF en
Nepal, Antti Rautavaara, citado por 'The New York Times'.
Por si
fuera poco, los sismos de Nepal provocaron enormes deslizamientos de tierra,
influyeron en la atmósfera de todo nuestro planeta y llegaron a causar algunos
cambios en su forma. Así, pocos segundos después del terremoto del 25 de abril,
una parte de la India se desplazó hasta tres metros hacia el norte por debajo
de Nepal, según señaló Colin Stark, profesor asociado de Investigación en el
Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia
(EE.UU.).
Asimismo,
las observaciones de la NASA y la Agencia Espacial Europea registraron el
movimiento de unos metros de la cordillera del Himalaya después del
terremoto.
Los
investigadores informaron de que la liberación de la tensión en la corteza
terrestre provocada por el terremoto tuvo efectos devastadores en Nepal, la
India, China y Bangladés. Así, a lo largo de una franja de tierra de 90 por 30
kilómetros en Nepal, los bordes de las placas tectónicas de la India y Eurasia
se desplazaron hasta seis metros.
Alarmas en
otros países
Los
recientes terremotos en Nepal han sido de los más devastadores y mortales de
los últimos años, pero no han sido los únicos.
En las
últimas semanas, fuertes temblores han sacudido diferentes partes del mundo,
como Papúa Nueva Guinea, Indonesia, Japón o Nueva Zelanda.
No
obstante, fue el desastre de Nepal lo que activó las alarmas en todo el mundo,
y numerosos expertos reconocieron que muchas zonas de nuestro planeta no están
preparadas para enfrentarse a este tipo de cataclismos.
Según
Charles Walker, director del Instituto Hemisférico para las Américas de la
Universidad de California en Davis e historiador de terremotos en América
Latina, entre las zonas más vulnerables se encuentran la falla de San Andrés,
donde convergen la placa del Pacífico y la Norteamericana (EE.UU. y México) y
la placa tectónica de Nazca (Chile y Perú).
Para
Walker, en términos generales América Latina no está preparada para un gran
terremoto. "Algunos países están mejor que otros, pero hay mucho trabajo
por hacer", sostiene el historiador.
Así,
detalla el experto, Chile sí ha mostrado "una gran capacidad" para la
reconstrucción y para las emergencias, y México ha avanzado mucho, pero, por
ejemplo, "Lima no está preparada".
"Lo
único que sí podemos decirle a la gente es que esté preparada, que tenga rutas
de escape, que sepa dónde encontrará agua en caso que se corten los
suministros, y lugares seguros para proteger las vidas", dijo el experto a
UnivisionNoticias.com.
Se
despiertan los volcanes
El pasado
mes de abril, el volcán Calbuco en Chile entró en erupción tras pasar dormido
casi medio siglo. El Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) del
país declaró la alerta roja, y la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi)
ordenó la evacuación de todas las poblaciones cercanas al volcán en un radio de
20 kilómetros. Alrededor de 4.400 personas fueron evacuadas de sus hogares.
La erupción
del volcán Calbuco, la primera en 40 años, provocó deshielos, mientras que una
nube de cenizas se expandió por la zona central del país y parte del territorio
argentino. Así, la lluvia de cenizas y de material piroclástico afectó a las
localidades cercanas e incluso a Pucón, a unos 340 kilómetros de distancia, y
también a las localidades turísticas argentinas de Bariloche, Villa La
Angostura y San Martín de Los Andes, en el suroeste de Argentina.
El
desplazamiento de las cenizas volcánicas provocó además que varias aerolíneas
cancelaran sus vuelos hacia Santiago y Buenos Aires.
El
incidente se produjo un mes después de la alerta roja y la evacuación masiva
provocada por la erupción del volcán Villarrica, ubicado en los Andes
meridionales, también en Chile. El ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo,
informó de que la erupción "alcanzó una altura de seis a ocho
kilómetros".
En Costa
Rica, las autoridades se vieron obligadas a cerrar, a principios del marzo, el
aeropuerto internacional Juan Santamaría, el más importante del país, debido a
la gran cantidad de ceniza volcánica expulsada por el volcán Turrialba, ubicado
en la provincia de Cartago. Asimismo, ordenaron la evacuación de varias
localidades de la zona.
De acuerdo
con 'El Universal', se trató de la actividad más potente del volcán desde 1996:
durante el 13 de marzo el volcán hizo explosión cuatro veces, emitiendo gases y
cenizas que llegaron a varios puntos de la capital, ubicada a 50 kilómetros de
la zona.
En uno de
los casos más recientes y misteriosos, el 5 de mayo, casi 100 sismos volcánicos
de magnitudes entre 2 y 2,4 y con epicentros situados a una profundidad de 10
kilómetros tuvieron lugar en un solo día alrededor del volcán inactivo Hakone,
en la parte central de la isla japonesa de Honshu.
Por el
momento los científicos no pueden explicar las causas de la extraña actividad
sísmica alrededor del volcán, que comenzó el pasado 26 de abril.
Y es que,
según la organización de estudio de la actividad volcánica Volcano Discovery,
unos 40 volcanes de todo el mundo están en erupción en este mismo momento.
Según explica el columnista Michael Snyder en un artículo para el sitio
informativo Info Wars, la cifra es todavía más impactante si se tiene en cuenta
que es incluso superior a la media de erupciones anuales registradas en el
siglo XX.
Así, según
Snyder, durante todo el siglo pasado entraron en erupción 3.542 volcanes, lo
que da un promedio de unas 35 erupciones por año. Por lo tanto, prosigue, si
actualmente están en erupción 40 volcanes, el número ya es superior a la media
anual del siglo XX.
Snyder
aclara que geográficamente la mayor parte de estas erupciones se producen en el
Cinturón de Fuego del Pacífico (un anillo gigantesco que se extiende sobre el
perímetro exterior del océano Pacífico). Su cifra asciende a 34, "solo los
otros seis volcanes están fuera del Cinturón de Fuego".
No
obstante, el autor afirma que "los sistemas de supervolcanes activos de
casi todo el mundo muestran signos de inflación, un indicador temprano de que
la presión en ellos está aumentando". Se refiere a Islandia (hogar de
algunos de los volcanes más peligrosos del planeta), el Santorini (en Grecia),
el Uturuncu (Bolivia), las calderas de Yellowstone y Long Valley en EE.UU., la
Laguna del Maule en Chile y el Campi Flegrei italiano, entre otros.
Por si
pareciera poco alarmante, los investigadores británicos alertaron a prinipios
del pasado mes de abril de un 33% de probabilidades de una megaerupción
volcánica este siglo, que sería igual o incluso mayor que la tragedia de la
erupción del volcán indonesio Tambora, que dejó 70.000 víctimas mortales e
inspiró a Mary Shelley para escribir su famoso 'Frankenstein'.
Y otros
desastres naturales
Los
terremotos y las erupciones están lejos de ser los únicos desastres naturales
que están sacudiendo el planeta.
En
Colombia, más de 50 personas murieron y hay un número indeterminado de
desaparecidos a causa de una avalancha registrada en el municipio de Salgar
(noroeste del país).
El
deslizamiento de tierra que se produjo este lunes a las 03.00, hora local
(08.00 GMT), fue provocado por intensas lluvias. Se estima que la cantidad de
víctimas va a aumentar.
Mientras
tanto, las autoridades de Perú han declarado el estado de emergencia en 19
localidades del distrito de Piscobamba, en la provincia de Mariscal Luzuriaga
(departamento de Ancash, oeste del país) debido a unas grandes grietas que
hunden el suelo progresivamente.
Tan solo en
la localidad de Socosbamba, las lluvias, los deslizamientos y la reptación a
gran escala han provocado el derrumbamiento de al menos 100 viviendas desde el
pasado 4 de mayo, informó la cadena Perú 21. La reptación es un fenómeno por el
cual la capa superficial del suelo se expande y se contrae a causa de la
saturación y el resecación o por un calentamiento y enfriamiento sucesivos.
Durante las
dos últimas semanas, la vida cotidiana de más de un millar de lugareños tiene
tintes de película de horror. Han quedado afectadas no solo las casas, sino
también los cultivos, la infraestructura de agua, desagües, instalaciones
eléctricas y vías de comunicación. "La tierra no tiembla. Vemos una fisura
por la mañana y en la tarde ya creció. Así se tumban las casas", explicó
Leopoldo Egúsquiza, vecino de Socosbamba.
Entretanto,
en otra parte del mundo, en China, una potente tormenta de arena ha azotado el
distrito de Alxa, en Mongolia Interior. Según la cadena de televisión china
CCTV 13, nubes de arena de un centenar de metros de altura están engullendo ese
territorio.
Y en
EE.UU., cinco personas han muerto y al menos ocho se encuentran desaparecidas
después de que una serie de tormentas devastadoras pasara por Texas y Arkansas,
de acuerdo con la cadena NBC News.
A esto hay
que añadir fenómenos climáticos extraños que cada vez son más frecuentes en
nuestro planeta, como olas de calor, sequías o, por el contrario, lluvias
anómalas.
¿Se pueden
predecir?
Ante la
amenaza que suponen las catástrofes naturales, sobre todo los grandes
terremotos y erupciones volcánicas, la pregunta que ocupa a los científicos es
si se pueden predecir estos desastres con una antelación suficiente para poder
evitar grandes pérdidas humanas y daños materiales.
En este
sentido, llama la atención que el terrible terremoto de Nepal fuera
pronosticado por científicos una semana antes. Un equipo compuesto por 50
sismólogos e investigadores internacionales había llegado a Katmandú para
decidir cómo preparar a la ciudad para hacer frente a un sismo semejante al que
se produjo en 1934. Los expertos eran conscientes del peligro, pero no sabían
que ocurriría tan rápido.
"Se
puede saber si hay más probabilidades, pero predecir —y así prevenir— todavía
no. Todavía falta tiempo." Charles
Walker, historiador de terremotos en América Latina
Su
pronóstico se basó en el hallazgo de un supuesto patrón histórico, que se
repite cada 80 o 90 años, y la pregunta que se hacen ahora los expertos es si
se trata de un descubrimiento que permitirá pronosticar grandes terremotos con
antelación.
Sin embargo,
Charles Walker se muestra escéptico sobre el tema.
"Se
puede saber si hay más probabilidades, pero predecir —y así prevenir— todavía
no. Todavía falta tiempo", dijo el experto a UnivisionNoticias.com.
"Además, siempre hay científicos serios y no tan serios que hacen
pronósticos de todo tipo", agregó.
"No
sabemos cuándo habrá uno grande. Tenemos tecnología que nos avisa segundos
antes (...) pero nadie puede pronosticar el 'Big One', el gran terremoto",
insistió.
En opinión
de Walker, "es probable que haya un terremoto grande en los Andes (entre
Chile y Venezuela) en los próximos ocho o diez años", pero predecirlo así
"no ayuda mucho y tampoco es muy controversial o arriesgado".
"En
términos francos, es como pronosticar que el FC Barcelona va a ganar la Liga de
Campeones en los próximos siete años. Es probable que suceda. Y si uno se
equivoca, no pasa nada, nadie se acuerda", explica el historiador.
Sin
embargo, la información del pasado sí sirve para "estar preparado y evitar
cierto tipo de viviendas o edificios", considera el experto, recordando
las trágicas lecciones de los terremotos ocurridos en Haití y en Chile en 2010.
Noticias
más optimistas llegan de un grupo internacional de investigadores de la
Universidad de Liverpool (Reino Unido) y de la Universidad de Newcastle
(Australia), que han descubierto un mecanismo de las erupciones volcánicas que,
esperan, podría ayudar a interpretar las señales de la actividad volcánica y,
en perspectiva, hallar una clave para pronosticar las futuras erupciones.
Para su
estudio, los científicos construyeron un modelo de volcán con una red de
canales de intersección horizontal y vertical (diques y láminas) con un tanque
lleno de gelatina. Posteriormente llenaron el tanque con agua coloreada para
imitar el magma y observaron cómo se comportaban los materiales con la ayuda de
una cámara de alta velocidad.
Observaron
que, en el momento en que el magma se elevaba por los diques, la presión
disminuía significativamente y el magma se trasladaba a las láminas, lo que puede
provocar, a su vez, una explosión con erupción de lava.
"Comprender
los factores desencadenantes de las erupciones volcánicas es vital para mitigar
los riesgos", explicó Janine Kavanagh, la autora principal del proyecto,
citada por 'The Huffington Post'.
¿Caprichos
de la naturaleza o una 'venganza'?
Ante todas
estas catástrofes, pérdidas humanas y vidas destrozadas, ante la inseguridad e
incertidumbre de algunos países sobre su futuro, la pregunta que surge es si se
trata de los caprichos de la naturaleza y, en consecuencia, de riesgos
inevitables, o más bien de una 'venganza' de nuestro planeta por todos los
daños que le hemos causado los seres humanos.
Si nos
fijamos en el caso de los terremotos, es bien sabido que las causas principales
por las que se generan son las actividades tectónicas y volcánicas. Sin
embargo, también es sabido que las acciones humanas que alteran el equilibrio
de fuerzas en la corteza terrestre, entre ellas la extracción por fractura
hidráulica (o 'fracking'), también pueden provocar sismos.
Así, un
estudio publicado por el Servicio Geológico de EE.UU. (USGS) afirma que las
aguas residuales procedentes de la fracturación hidráulica e inyectadas en las
capas profundas de la tierra son responsables del fuerte aumento del número de
temblores en EE.UU.
Los
investigadores estudiaron la frecuencia de terremotos en la cuenca del Ratón,
en el sur de Colorado y el norte de Nuevo México, una región "sísmicamente
tranquila" antes de 1999, cuando empezó la inyección de aguas residuales
en la zona, y descubrieron que desde 2001 hasta 2013 hubo 16 terremotos de
magnitud 3,8 o superior en la zona, mientras que durante los 30 años anteriores
a ese periodo (de 1972 a 2001), el área registró solo un terremoto de esa
magnitud.
"A
partir de 2001 la producción de metano aumentó, y con ella el número de pozos
de aguas residuales (21 actualmente en Colorado y siete en Nuevo México) y las
tasas de inyección", dijo al portal 'Natural Gas Intelligence' un portavoz
de la revista 'Bulletin of the Seismological Society of America', donde fue
publicado el estudio. "Desde mediados de 2000, la tasa total de inyección
a través de la cuenca ha oscilado entre 1,5 millones y 3,6 millones de barriles
[de aguas residuales] por mes", añadió el interlocutor del portal.
Si en el
caso de los terremotos la actividad humana es más bien un factor secundario,
muchos otros problemas y desastres que están arruinando nuestro planeta tienen
relación directa con nuestras acciones. Entre estos problemas se encuentran la
sobrepoblación, la contaminación, la caza furtiva, la exploración minera y, por
supuesto, el calentamiento global.
"El
síntoma se llama calentamiento climático, pero la enfermedad se llama
capitalismo", asegura al respecto el poeta, filósofo y doctor en ciencias
políticas español Jorge Riechmann en su libro 'Autoconstrucción', donde
describe el siglo XXI como "el siglo de la gran prueba" o "la
era de los límites", según el portal Lecturas Sumergidas.
"Tenemos
que seguir investigando el espacio para el futuro de la humanidad (…). No creo
que vayamos a sobrevivir otros 1.000 años si no escapamos de nuestro frágil
planeta." Stephen
Hawking, astrofísico británico
Por su
parte, Erich Fischer y Reto Knutti, científicos del Instituto de Ciencias de la
Atmósfera y el Clima de Zúrich, consideran que es la actividad humana lo que
provoca el calentamiento global, que a su vez influye en la frecuencia cada vez
mayor de fenómenos climáticos anómalos.
Por
ejemplo, de acuerdo con los científicos, el aumento de la temperatura media del
planeta, que tiene su origen en la revolución industrial del siglo XIX, está
relacionado con el 75% de los casos registrados de calor anómalo y es
responsable del 18% de las precipitaciones superabundantes.
"Desde
que empezó el calentamiento global, en el transcurso de 30 años las épocas de
calor extremo han sido cuatro veces más frecuentes que anteriormente",
explica Fischer.
Su opinión
se suma a otras muchas voces que culpan al ser humano de los cataclismos
ambientales. Según Dominique Bourg, experto en la protección del clima, la
gente, al cambiar el medioambiente cambia la vida de toda la humanidad.
En
comparación con el momento del inicio de la Revolución Industrial, ahora el
contenido de dióxido de carbono en la atmósfera ha aumentado en un 40%. Así,
"si volvemos decenas de millones de años atrás, veremos que durante ese
periodo no se produjeron cambios de mucha importancia (...). Está claro que si
a lo largo de millones de años no hubo muchos cambios y de repente hay un
cambio brusco, eso significa que en la Tierra está sucediendo algo
colosal", afirmó el experto francés durante una conferencia la semana
pasada.
¿Qué es lo
que nos espera?
Aunque el
progreso de la humanidad en muchas áreas es evidente e indiscutible, el
terremoto de Nepal ha demostrado que aún no estamos del todo preparados para
afrontar los grandes cataclismos y que, en gran parte, seguimos dependiendo de
lo que nos depare la naturaleza.
Y en este
sentido, los pronósticos de la mayoría de los científicos son bastante
pesimistas, como el del profesor de Geofísica y Riesgos Climáticos Bill
McGuire, quien advierte de una serie de "eventos geológicos extremos"
(terremotos, volcanes y tsunamis equiparables al devastador terremoto de Nepal)
que podrían estar por venir.
Además,
junto a la desaparición del hielo y la elevación del nivel del mar, las
inundaciones previstas para el siglo XXI son inevitables, aseveró McGuire,
citado por la revista 'Newsweek'. "El cambio climático puede desempeñar un
papel fundamental en la activación de ciertas fallas que podrían provocar la
muerte de un gran número de personas", dijo.
El
destacado astrofísico británico Stephen Hawking fue aún más lejos y aseguró que
"la humanidad no sobrevivirá los siguientes 1.000 años si no abandona la
Tierra y escapa al cosmos".
"Tenemos
que seguir investigando el espacio para el futuro de la humanidad (…). No creo
que vayamos a sobrevivir otros 1.000 si no escapamos de nuestro frágil
planeta", aseveró el científico.
A finales
de abril, los científicos volvieron a adelantar las agujas del simbólico 'reloj
del fin del mundo', que marca cuánto tiempo queda hasta que el ser humano
desaparezca del planeta, a tres minutos antes de la medianoche debido a las
crecientes amenazas del cambio climático y la proliferación nuclear.
Este nuevo
adelantamiento fue el segundo en los últimos tres años. En el año 2012 las
agujas fueron adelantadas un minuto (de las 23.54 a las 23.55), también debido
al cambio climático.
"No
estamos diciendo que sea tarde para actuar, pero hay que comprender que nos
quedan cada vez menos posibilidades para tomar medidas", comentó Kennette
Benedict, una de los representantes de la revista 'Bulletin of the Atomic
Scientists', que creó el famoso reloj.
"Estamos
consumiendo el planeta como si no hubiera un mañana." Jorge
Riechmann, poeta, filósofo y doctor en ciencias políticas español
"Lo
que hace falta son transformaciones estructurales profundas, casi
revolucionarias", porque ya no podemos confiar en que sea la generación de
nuestros nietos la que las lleve a cabo, sostiene, a su vez, el filósofo
español Jorge Riechmann. "Estamos consumiendo el planeta como si no
hubiera un mañana", concluye.
En la
elaboración del material se han utilizado los archivos multimedia de RT, AFP,
Reuter, RIA NOVOSTI, http://territori.scot.cat/.
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