Dios, el
bosón de Higgs, el cerebro, el Papa, la modernidad, el ateísmo y el
cristianismo se entretejen en el discurso de Javier Monserrat, profesor
especializado en epistemología, ciencia de la visión, filosofía social,
filosofía de la religión y teología, que insiste en que ser religioso "no
mueve a aislarse de la ciencia sino a entenderla como un modo de comprender lo
que es el hombre, el universo y Dios".
¿Los científicos ateos han sustituido a Dios
por una molécula?
Hay
científicos ateos que lo que han hecho ha sido sustituir a Dios por un universo
autónomo y suficiente en sí mismo para mantener su propia realidad eternamente
en el tiempo. Para estos no es que la verdad sea una molécula, la verdad es el
universo, que genera la vida y lo genera todo.
¿Para ellos Dios es el universo?
Sí, pero un
universo entendido como el puro mundo sin Dios.
¿Son los nuevos sacerdotes de la edad moderna?
Para los
que de alguna manera aceptan esta imagen del universo sin Dios, los científicos
son algo así como un mago, una especie de genio que está transformando la
realidad. Para algunos la ciencia es el instrumento que nos va a dar la
eternidad.
¿Cuanta más ciencia menos Dios?
Esto es lo
que pensaban muchos en el siglo XIX y hoy todavía hay gente que lo sigue
pensando. En mi opinión, la ciencia ha evolucionado en los dos últimos tercios
del siglo XX y ya no se separa de Dios sino que se abre a Dios de una manera
distinta.
Ahora llega el reverso de la pregunta. ¿Cuanta
más religión menos ciencia?
Así ha sido
en siglos anteriores. Para muchos religiosos la ciencia ha sido el ogro, el
genio maligno que viene detrás de nosotros, que nos quiere eliminar de la
existencia y de la cultura. Es un hecho histórico que para muchos hablar de
religión supone ir en contra de la ciencia, pero también es verdad que grandes
teólogos y pensadores ya se han dado cuenta de que se está produciendo un
cambio en la ciencia.
¿En qué consiste este cambio?
En que la
ciencia permite hablar de una imagen del universo, de la materia, de la vida y
del hombre que, cuando es pensada por la filosofía, no está cerrada a lo
religioso sino que deja abierta la hipótesis de Dios. Ser religioso no mueve a
aislarse de la ciencia, sino más bien lleva a entenderla y usarla como un modo
de comprender con profundidad lo que es el hombre, el universo y Dios. El
razonamiento sobre los resultados de la ciencia no lleva necesariamente a Dios,
puede conducir a una hipótesis sin él, pero también es verdad que la ciencia
actual permite pensar que el universo es un enigma y que una de sus posibles
explicaciones podría ser un ser como eso que hemos llamado Dios.
¿Qué enigma no podemos desentrañar?
El enigma
básico del universo es lo que constituye su verdad última.
¿Y cuál es la verdad?
La gran
cuestión que siempre se ha planteado es si el universo es un ser que llamamos
Dios, que es su fundamento y origen, o si se trata de un sistema que se
mantiene a sí mismo de una manera eterna, por tanto sin haber comenzado. La
verdad del universo podría ser Dios o un puro mundo sin Dios. Este es el gran
enigma, nos encontramos con algo que está ahí: no podemos dudar de que existe
el universo y tiene que poderse explicar a sí mismo.
¿No cree que sin religiones la ciencia habría
avanzado más?
Desde el
punto de vista histórico esto no se puede mantener. De hecho, muchas religiones
históricas, no solo el cristianismo, favorecieron muchísimo la investigación
científica. El mismo Islam, no el de ahora sino el de siglos anteriores, se
preocupaba por la ciencia y la amaba. Es cierto que ha habido fanatismos, pero
las religiones no han sido enemigas de los científicos.
"La
religión satisface los intereses humanos"
¿Nos inventamos la religión para tener un
asidero en la vida?
Es así.
Nosotros somos religiosos porque la religión satisface los intereses humanos,
eso es innegable. El gran problema es saber si el hombre que cree en Dios y se
abre a estas ideas que podrían llenar su esperanza de futuro lo hace de una
manera irracional, sin fundamento, que es lo que dicen los ateos dogmáticos.
¿Qué responden los cristianos?
Lo que los
cristianos pensamos es que el hombre se abre a esta esperanza religiosa porque
tiene un fundamento racional, no se abre por las buenas como una pura evasión
de la realidad.
Entonces, ¿el hombre no ha creado a Dios?
No lo ha
creado. El hombre ha construido una idea de Dios con su razón y sus emociones,
pero esta idea la construye a partir de sí mismo, del cosmos, de la realidad y
también, como decimos los cristianos, a partir de una apelación interior de
Dios que es su presencia en todos los hombres. El hombre ha construido la idea
de Dios, pero es una idea verosímil y con sentido.
¿Es como si tuviéramos un gen divino?
Hoy en día
se habla mucho de esto pero no es así. Lo que dice la ciencia es que el hombre
prehistórico, probablemente movido por un deseo de plenitud o ante la angustia
de la muerte, ha experimentado impulsos religiosos que han producido en el
cerebro humano una serie de zonas donde las interacciones neuronales generan la
idea de Dios y los sentimientos religiosos.
Pero esto significa...
¿Esto
significa que Dios existe? No. ¿Significa que Dios no existe? Tampoco. Hoy se
sabe que en los casos de epilepsia, por ejemplo, se produce en los lóbulos
temporales una hiperactivación de estas zonas que puede dar lugar a lo que se
llama hiperreligiosidad o hiperfilosofemia. Santa Teresa tenía una gran
predisposición a la epilepsia y por tanto probablemente tenía hiperexcitadas
esas partes religiosas, lo que no dice nada en contra de ella, sino que es un
hecho. La cuestión es si el hombre construyó correctamente esta idea de Dios.
¿En un colegio se puede evaluar la fe?
Es
imposible. La fe es algo subjetivo, personal, existencial, no se puede evaluar.
Si se habla de religión, en un colegio tiene que haber asignaturas que no sean
de creencias religiosas sino materias objetivas, históricas, sobre los
fenómenos religiosos, porque nadie puede poner en duda que son muy
importantes.De la misma manera que se estudia la ciencia política y la historia
del arte, también tiene sentido que se estudie el hecho religioso.
¿Es compatible que un niño estudie en la clase
de ciencias el Big Bang y en la de religión que Dios ha creado el universo?
La pregunta
que me hace usted parece dar a entender que el Big Bang excluye la existencia
de Dios.
¿No es así?
Es
precisamente al revés. El Big Bang es una de las circunstancias científicas que
hablan de la verosimilitud de una hipótesis religiosa, es decir, que el
universo fue creado y diseñado de forma racional por una entidad que llamamos
Dios y que no forma parte del universo.
¿Por qué es verosímil esta hipótesis?
Porque
nadie se puede explicar cómo surge en un determinado momento esa explosión que
llamamos Big Bang, que evoluciona en el tiempo hasta llegar a nosotros y que,
como todo parece indicar, acabará diluyéndose en una muerte energética de tal
manera que el universo desaparezca.Esto es inverosímil y para explicar este
tipo de universo es necesario decir que ha surgido desde un fondo que permea
todo el universo.
Un nuevo Juan
XXIII
¿Ese fondo no es el campo de Higgs?
Después del
hallazgo del bosón de Higgs se habla de que este campo permea totalmente el
universo y también se habla del vacío cuántico o del mar de energía. Lo que hoy
sabemos nos obliga a pensar que existe una metarrealidad, algo de lo cual ha
surgido el universo.
¿De qué se trata?
Esa es la
gran pregunta. Los teístas piensan que esta metarrealidad es un ser divino que
no es parte del universo pero que lo crea desde sí mismo, por eso Dios abarca
todo el universo y el universo está en Dios. Como dice San Pablo, «en él nos
movemos, existimos y somos».
Usted dijo hace tres años que «para el cambio
que la Iglesia necesita hace falta que aparezca un nuevo Juan XIII». ¿Ya ha
aparecido?
La
instalación de la Iglesia católica en lo que fue el mundo antiguo, que era
teocéntrico y teocrático, se ha mantenido durante la época de la modernidad.
Hoy en día hay síntomas de que la Iglesia oficial ya dice que no a algunas
cosas y ha hecho matices pero claramente no sabemos dónde estamos. Da la
impresión de que aún nos hallamos en el mundo antiguo. La Iglesia tiene ante sí
la tarea histórica de entrar en el mundo moderno.
¿Eso cómo se hace?
Entrar en
el mundo moderno significa admitir la imagen de la materia, del universo, de la
vida, del hombre y de la historia que hoy en día nos da la ciencia y lo que es
la cultura moderna. Dios nos ha hablado de dos maneras, por la naturaleza y en
Jesús, y la naturaleza no es como dijeron los griegos, es como hoy nos dice la
ciencia. El cristianismo debe interpretarse a sí mismo, es una tarea pendiente
que tiene muchas resistencias pero yo creo que cuando llegue una nueva persona
como fue Juan XXIII, que tenga la fuerza para hacer entrar a la Iglesia en esta
situación de cambio, se habrá producido algo muy importante que los tiempos
están exigiendo.
Me ha sorprendido. Yo creía que me iba a decir
que ese papa es Francisco.
No sabemos.
El papa Francisco está ahí, tiene un talante y un modo de ver las cosas un poco
distinto de la sacralidad de antes. Es un hombre del que sobre todo dices eso,
que es un hombre y esto ha producido una gran cercanía a la gente.
¿Francisco es hombre antes que Papa?
Antes era
al revés, en cuanto a uno lo hacían Papa parecía que entraba en trance, pero
este hombre sigue siendo el mismo. También pienso que este papado, que hasta
ahora muestra un talante distinto, de momento dice muchas cosas, pero para que
fructifique tendría que acabar en hechos más contundentes y en decisiones de
más largo alcance, y no sabemos cuáles van a ser. Un papa que realmente
convocara a la Iglesia a una reflexión para entrar en el mundo moderno sería el
que necesitan los tiempos.No sé si va a ser Francisco u otro, pero llegará.
¿Para mover toda la pesada maquinaria de la
Iglesia se necesita a alguien que sea más papa y menos hombre?
Para
controlar el mundo cristiano y lo que es el enorme aparato de la Iglesia se
necesita una persona con capacidad de gobierno, que sepa lo que hace y que
cuando diga que una cosa se hace, se haga. Pero también se necesita a
alguien con sensibilidad cristiana.
(EL CORREO)
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