RT | A un
niño de siete años de Indiana (EE.UU.) se le prohibió sentarse junto a sus
compañeros de clase durante el almuerzo después de decir que él no creía en
Dios, revela una demanda que reclama que la escuela violó la libertad religiosa
del menor.
La demanda
—presentada por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas
en inglés) de Indiana y obtenida por 'The Washington Post'— afirma que el niño,
referido solo como AB, fue castigado después de decir a una compañera durante
el recreo que su familia no iba a la iglesia y que él no creía en Dios. La niña
se puso a llorar y explicó a un supervisor que AB había herido sus
sentimientos. El incidente fue reportado a la maestra de AB, identificada en la
demanda como Michelle Myer.
En
respuesta, Myer avisó a AB que estaba "muy preocupada" por lo que
había hecho y prometió ponerse en contacto con su madre. La maestra obligó al
niño a sentarse junto a ella a la hora del almuerzo durante tres días y le
prohibió hablar con los otros alumnos porque los había ofendido. La demanda
afirma que esto provocó una profunda angustia a AB, ya que implicaba que
expresando su opinión personal había hecho algo malo.
Sin
embargo, sigue la demanda, el agravio para el niño no terminó ahí, ya que el
asunto fue transmitido a "otro adulto" empleado en la Escuela
Primaria Forest Park. Al conocer los detalles de la historia, ese otro adulto
habría dicho a la compañera de clase de AB que ella debía sentirse "feliz
por tener fe" y que no debía escuchar "las malas ideas de AB".
A pesar de
que Myer prometió al niño que se comunicaría con sus padres, nunca lo hizo. La
madre del niño afectado se enteró del incidente porque su hijo llegaba
preocupado de la escuela y afirmó que los profesores y los demás niños le
odiaban. Esto llevó a su madre a llamar a la asistenta del director de la
escuela para exigir que su hijo no fuera castigado por expresar sus puntos de
vista religiosos.
Después de
la llamada telefónica, Myer y otros maestros le dijeron a AB que tenía derecho
a creer lo que quisiera, y después de los tres días de castigo le permitieron
sentarse con sus compañeros de clase durante el almuerzo. Sin embargo, la
demanda hace hincapié en el daño a largo plazo infligido al alumno, que incluye
el hecho de que algunos de sus compañeros de escuela se niegan a hablar con él
y que actualmente para AB ir a la escuela es un motivo de "ansiedad y
temor".
En
respuesta al incidente, el distrito escolar emitió un comunicado: "Está
claro que no es competencia de una escuela pública promover o inhibir las
creencias o prácticas religiosas. Según la primera y la decimocuarta enmienda a
la Constitución [que garantizan la libertad religiosa y la igualdad ante la
ley], esto sigue siendo competencia inviolable de cada individuo y de la
iglesia de su elección. Los derechos de una minoría, no importa cuán pequeña
sea, deben ser protegidos", concluye el comunicado.
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