El rostro
real del ISIS en Siria e Irak. La banda ha hecho un culto pervertido del
secuestro de nenas y mujeres a las que violan y venden como esclavas.
Momentos
antes de violar a la niña de 12 años, el combatiente del ISIS se dio tiempo
para explicarle que lo que estaba a punto de hacer no era un pecado. Como la
preadolescente practicaba una religión que no era el islam, el Corán no sólo le
daba el derecho a violarla sino que lo aprobaba y lo alentaba, insistió.
Le ató las
manos y la amordazó. Luego se arrodilló junto a la cama y se prosternó para
orar antes de tenderse sobre ella. Cuando hubo terminado, volvió a arrodillarse
para rezar, encerrando la violación entre dos actos de devoción religiosa.
"Yo le
decía una y otra vez que me dolía, que por favor parara", contó la chica.
"Me dijo que, según el islam, le está permitido violar a una infiel. Dijo
que, al violarme, se acercaba a Dios", relató junto a su familia en un
campo de refugiados de Qadiya donde escapó tras 11 meses de cautiverio.
La
violación sistemática de mujeres y niñas de la minoría religiosa yazidí es algo
que se ha entrelazado con el ISIS en el año que pasó desde que el grupo anunció
que volvería a instaurar la esclavitud como institución. Las entrevistas con 21
mujeres y niñas que hace poco escaparon de esa banda terrorista, así como el
análisis de las comunicaciones de la agrupación, muestran que esta práctica ha
sido consagrada como parte de sus principios fundamentales.
La trata de
mujeres y niñas yazidíes (preislámicos de origen kurdo) creó una
infraestructura organizada, con una red de depósitos donde se encierra a las
víctimas, salas de exposición donde son revisadas y vendidas y una flota de
ómnibus destinados a transportarlas.
Un total de
5.270 de mujeres de esa etnia fueron secuestradas el año pasado y por lo menos
3.144 siguen prisioneras, según los líderes comunitarios. Para comerciar con
ellas, la banda ha creado una detallada burocracia de esclavitud sexual que
incluye contratos de venta autenticados por los tribunales islámicos que
manejan ellos mismos. La práctica se ha convertido en una herramienta de
reclutamiento para atraer a los hombres de sociedades musulmanas profundamente
conservadoras, donde el sexo casual es tabú y salir con mujeres está prohibido.
Memos
internos sobre políticas y discusiones teológicas fijan pautas para la
esclavitud, incluido un largo manual emitido el mes pasado por el Departamento
de Investigación y Fatwa del ISIS. La dirigencia del grupo pone el acento en
una lectura estricta y selectiva del Corán no sólo para justificar la
violencia. También para celebrar cada agresión sexual como espiritualmente
beneficiosa e incluso virtuosa.
"Cada
vez que venía a violarme, oraba", contó F, una niña de 15 años que fue
capturada en el monte Sinjar hace un año y fue vendida a un combatiente iraquí
de unos 20 años. Al igual que otras entrevistadas por The New York Times, sólo
quería que la identificaran por su inicial por la vergüenza que se asocia a la
violación. "Me decía que esto era ibadah", dijo, utilizando el
término de las escrituras islámicas que significa culto.
"Dijo
que violarme es su plegaria a Dios. Yo le dije: 'Lo que me haces está mal y no
te acercará a Dios'. Y él contestó: 'No, está permitido'", contó la
adolescente, que escapó en abril con ayuda de contrabandistas después de
permanecer esclavizada casi nueve meses. La implantación formal de la
esclavitud sexual por el ISIS data del 3 de agosto de 2014, cuando los
combatientes invadieron las aldeas del flanco sur del monte Sinjar, un
escarpado macizo de piedra color pardo del norte de Irak. Sus valles y
quebradas son la morada de los yazidíes, una diminuta minoría religiosa que
representa menos del 1,5% de la población de Irak.
La ofensiva
contra la montaña se produjo dos meses después de la caída de Mosul, segunda
ciudad de Irak en tamaño. El objetivo no fue sólo extender territorio. Los
sobrevivientes dicen que de una aldea a otra, los hombres y los niños más
grandes fueron separados y llevados a campos donde los ametrallaron. Las
mujeres y las adolescentes fueron, en cambio, secuestradas. "La ofensiva
contra la montaña fue una conquista sexual tanto como territorial", dijo
Matthew Barber, de la Universidad de Chicago.
F, de 15
años, dijo que los 9 integrantes de su familia intentaban huir cuando su viejo
Opel se recalentó. Ella, su madre y sus hermanas de 14, 7 y 4 años estaban
paradas junto al auto, indefensas, cuando un convoy de combatientes las rodeó.
"Inmediatamente los soldados separaron a los hombres de las mujeres",
contó. Ella, su madre y sus hermanas fueron transportadas en camiones hasta una
ciudad del monte Sinjar. "Allí me separaron de mi madre. Las jóvenes
solteras fueron obligadas a subir a unos ómnibus".
En los
buses había tantas mujeres y chicas yazidíes que se vieron obligadas a sentarse
en la falda de otras de ellas. Cuando arrancó se dieron cuenta de que las
ventanas estaban tapadas con cortinas aparentemente porque las mujeres no
llevaban burdas o paños en sus cabezas. El relato de F se repite en el caso de
una docena de mujeres jóvenes y víctimas que fueron entrevistadas para esta
nota. La chica añadió que tras 6 horas llegaron a Mosul, en donde las apiñaron
en un salón y en escuelas y edificios municipales también de ciudades cercanas.
Estuvieron
incomunicadas, algunas durante días y otras por meses. Luego fueron llevadas en
grupos más pequeños a Siria u otros lugares del interior de Irak, donde fueron
vendidas con fines sexuales. "Estuvo todo 100% planeado", dijo Khider
Domle, un activista de la comunidad yazidí que mantiene una base de datos de
las víctimas. "Hablé por teléfono con la primera familia que llegó a la
Dirección de la Juventud en Mosul, y la sala ya estaba preparada para ellas.
Tenían colchones, platos y utensilios, alimentos y agua para cientos de
personas". Informes elaborados por Human Rights Watch y Amnistía
Internacional llegan a las mismas conclusiones.
Las jóvenes
contaron cómo tres milicianos del ISIS con un registro en mano les pidieron su
primer y segundo nombre, apellido, edad, ciudad de origen, y si eran casadas y
en tal caso si tenían hijos. Durante dos meses, se mantuvo a F en el salón de
Mosul. "Se reían y se burlaban de nosotras diciéndonos 'ustedes son
nuestras sabana'. Yo no sabía lo que significaba esa palabra". El líder
local del ISIS le explicó que significaba esclava.
FUENTE: ELTRIBUNO
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