VATICANO, 08 Mar. 15 / 09:57 am (ACI).- El Papa Francisco ha enviado un mensaje con
motivo de la celebración del 150 aniversario de los “Cristianos ocultos” de
Japón, los fieles que después de 250 años de persecución fueron finalmente
liberados de la obligación de profesar una fe distinta a la cristiana.
La cita
tendrá lugar del 14 al 17 de marzo en Nagasaki, donde el Cardenal Orlando
Quevedo, Arzobispo de Cotabato (Filipinas) acudirá como enviado especial del
Pontífice.
El texto de
su designación, que está escrito en latín, destaca la importancia de este
aniversario y recuerda a los cristianos perseguidos.
“Es
ejemplar la historia de las comunidades cristianas en Japón. Sufrió una dura
persecución en los inicios del siglo XVII. Fueron martirizados muchos, los
miembros del clero fueron expulsados y miles de fieles fueron asesinados. No
permaneció en Japón ningún sacerdote, todos fueron expulsados”, recuerda el
Papa.
A su vez,
el Pontífice destaca que “¡sobrevivieron con la gracia de su Bautismo!”. “Esto
es grande: el Pueblo de Dios transmite la fe, bautiza a sus hijos y va
adelante. Y mantuvieron, en secreto, un fuerte espíritu comunitario, porque el
Bautismo les había hecho convertirse en un solo cuerpo en Cristo: estaban
aislados y ocultos, pero siempre fueron miembros del Pueblo de Dios, miembros
de la Iglesia”.
La
persecución en Japón fue una de las más terribles de la historia. En 1597, 50
años después de la llegada al país de los Jesuitas y antes de la llegada de los
franciscanos y los dominicos, el emperador creía que su apostolado era en
realidad un proyecto de conquista militar.
Desde
entonces, los cristianos se convirtieron en “kakure”, la denominación que se
les dio a los miembros de la Iglesia que fueron perseguidos y tuvieron que
esconderse en las catacumbas. Al no haber sacerdotes, puesto que habían sido
expulsados, eran los propios padres los que bautizaban a los hijos y se ocupaban de transmitirles la
fe.
Fueron
asesinadas muchas personas por odio a la fe, entre ellos 26 mártires en
Nagasaki y 188 personas que perdieron la vida en la segunda ola de
persecuciones entre 1603 y 1639. Entre estos últimos, muchas mujeres, niños y
familias enteras.
A pesar de
la gravedad de la persecución, consiguieron camuflar los símbolos detrás de los
budistas y la comunidad cristiana resurgió en 1865, cuando Japón reabrió sus
puertas a los misioneros franceses, que celebraron el Viernes Santo con diez
mil fieles.
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