La
conferencia del Vaticano titulada “Proteger la Tierra, dignificar a la
humanidad” que se efectuará el próximo 28 de abril, contará con la presencia
del secretario general de la ONU Ban Ki-Moon y tiene como objetivo elevar el
debate sobre las dimensiones morales de proteger elmedioambiente y construir un
movimiento global a través de todas las religiones, para el desarrollo
sostenible y el cambio climático.
Thomas
Horn, co-autor junto con Cris Putnam del libro “Petrus Romanus: el último Papa
ya está aquí”, señala que la conferencia del Vaticano anticipa la encíclica
sobre el calentamiento global y el medio ambiente escrita por el Papa Francisco
y que tiene prevista su publicación en junio o julio.
Horn ve el
intento del Vaticano de unir fuerzas con las Naciones Unidas sobre los
problemas del calentamiento global y el cambio climático como una evidencia de
que el Vaticano está siguiendo un plan maestro que busca “estructurar a las
autoridades políticas y económicas del mundo para crear un gobierno mundial centralizado”.
Así pues,
el cardenal Peter Turkson, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y
la Paz, ayudó a escribir el primer borrador de la encíclica del Papa y también
escribió un documento en 2011 en nombre de la Santa Sede, pidiendo el establecimiento
de una autoridad mundial que elimine las desigualdades económicas y
redistribuya la riqueza.
Se espera
que a la conferencia del Vaticano asista el economista estadounidense Jeffrey
Sachs, director del Earth Institute de la Universidad de Columbia y asesor
especial del jefe de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Sachs también es director de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de
las Naciones Unidas.
Por su
parte, Thomas Horn, sostiene que la gente debería tomar nota de este evento,
basándose en un documento publicado el 24 de octubre de 2011 por el cardenal
Peter Turkson, titulado: “Hacia la reforma de los sistemas financiero y
monetario internacional, en el contexto de una autoridad pública mundial”. El
documento hablaba de una llamada del Vaticano para el establecimiento de una
autoridad política, ambiental y financiera mundial, que se estableciera en
virtud de las Naciones Unidas.
En dicho
documento, Turkson reconoció que todavía hay un largo camino que recorrer antes
de llegar a la creación de una autoridad pública con competencia universal. Sin
embargo, parecería lógico que el proceso de reforma tuviera como referencia a
las Naciones Unidas, debido al alcance mundial de las responsabilidades de la
ONU, su capacidad de reunir a las naciones del mundo y la diversidad de sus
funciones y las de sus organismos especializados.
Para el
Vaticano, el desarrollo económico mundial aceptable tiene que ver con la
implementación de políticas relacionadas conla justicia social global,el
establecimiento de nuevas políticas financieras y monetarias que no dañen a los
países más débiles; políticas dirigidas a la consecución de mercados libres y
estables y una distribución justa de la riqueza mundial, que podrían derivar de
formas inéditas de solidaridad fiscal mundial, que se tratarán más adelante. En
pocas palabras, políticas en el orden económico y social aplicables a todos y
cada uno de los países del mundo.
Una
“Autoridad Pública Mundial”
En su libro
“Petrus Romanus”, Horn y Putnam sostienen que la directiva del Vaticano intenta
alcanzar un mandato “moral” para establecer “una autoridad pública mundial” y
“un banco central mundial”.
Horn
también llamó la atención sobre la “Caritas in Veritate”, la tercera y última
encíclica publicada por el Papa Benedicto XVI antes de que renunciara al
papado, que abogaba por una “autoridad política mundial”.
Uno de los
objetivos de esta autoridad mundial, según Benedicto XVI, debería ser el de
manejar la economía global; reactivar las economías afectadas por la crisis;
evitar cualquier deterioro de la presente crisis y de los mayores
desequilibrios consiguientes; lograr un oportuno desarme integral, una
seguridad alimentaria y la paz; garantizar la protección del medio ambiente y
regular los flujos migratorios.
Benedicto
XVI, dijo que ante el imparable aumento de la interdependencia mundial, hay una
necesidad obvia, incluso en medio de una recesión global, de reformar la
Organización de las Naciones Unidas,así, la arquitectura económica y financiera
internacional, para que el concepto de familia de naciones pueda alcanzar una
concreción real.
Según Horn,
el considerado por los católicos como representante personal de Dios en la
tierra, se ha convertido en un defensor de una de las organizaciones más
corruptas del planeta: las Naciones Unidas. Estos desarrollos tienen
implicaciones proféticas para todos aquellos cristianos que temen que una
dictadura global se hará con el poder en la tierra en los últimos días.
Sin duda,
para los gobiernos mundiales, el sacarse de encima a la iglesia ha sido
prácticamente imposible y ahora, a como se ven las cosas, pretenden extender
sus ambiciones de control a nivel mundial, y si para lograrlo deben pasar por
encima del Estado-Nación, no dudarán en hacerlo.
(ENLACE
MEXICO)
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