Si el presidente de Rusia Vladimir Putin
contara con el apoyo incuestionable de la Iglesia Ortodoxa en la vecina Ucrania
la cosa sería bastante diferente. La imagen de un gobernante quemándose en el
infierno es una sensación en la Iglesia Católica de San Josafat, en la región
de Lviv.
La figura, pintada en la pared del templo,
fue inspirada en la obra El Juicio Final de Miguel Ángel. Inaugurado en la
Pascua, ha atraído a cientos de visitantes, ya que la mayoría de los ucranianos
no simpatizan con Putin, sobre todo desde que invadió Crimea, tratando de
hacerlo territorio ruso.
El
gran panel pone al presidente ruso, justo al lado de Satanás y también muestra
el símbolo de la Unión Soviética y la esvástica de los nazis.
El pintor que prefiere permanecer en el
anonimato por razones de seguridad, sólo se expresa en su arte por lo que
muchos ucranianos creen que el líder ruso actúa como Adolf Hitler, según
publica el diario Censor.
Desfile de la Victoria y culto a su
personalidad
El desfile militar con motivo del 72
aniversario de la Victoria sobre la Alemania nazi en la Gran Guerra Patria,
nombre que en Rusia se da a la II Guerra Mundial, tuvo lugar esta mañana en la
Plaza Roja de Moscú, en muchas otras ciudades del país, en Crimea y en las
regiones rebeldes del este de Ucrania.
Pese a no tratarse de una fecha redonda, al
evento se la ha dado un relieve especial.
Ha sido una teatralización más elaborada
que en años anteriores y con una de las difusiones mediáticas más apabullantes
que se recuerdan, pese a que en Moscú el mal tiempo impidió la exhibición
aérea. El frío tampoco ha conseguido quitar colorido a la celebración. Pero
además del homenaje a los caídos en aquella terrible contienda y la tradicional
muestra de músculo militar, con misiles nucleares incluidos y los nuevos
sistemas de defensa antiaérea ya desplegados en el Ártico, hoy el protagonismo
lo ha acaparado más que nunca el presidente Vladímir Putin, que muy
probablemente aspirará a un nuevo mandato en las elecciones presidenciales del
18 de marzo del año que viene, justo cuando se cumplirá el cuarto aniversario
de la anexión de Crimea.
A diferencia de otros años, los miembros de
las orquestas militares que acompañaron el desfile, tras su finalización, se
acercaron cantando a la tribuna en una clara muestra de homenaje al jefe del
Estado, que les saludó agradecido. Un gesto de culto a la personalidad inusual
hasta la fecha. Todo era accesorio, los ancianos veteranos, los jóvenes
cadetes, las tropas presentes, hasta el resto de las autoridades en la tribuna,
Putin ha sido el centro de todo. El único dirigente extranjero en asistir ha
sido el presidente de Moldavia, Ígor Dodón.
Todos los participantes en la parada,
incluidos los vehículos y los tanques, lucían la cinta de San Jorge (rayas
negras y naranjas), un símbolo castrense ruso ligado a gloriosas gestas, pero
polémico ahora porque se ha convertido en emblema del levantamiento
secesionista en el este de Ucrania y en Crimea.
El Ejército Rojo culminó la toma de Berlín
el 2 de mayo de 1945 y, el 8 de mayo se produjo la capitulación. Pero, debido a
la diferencia horaria, en la URSS siempre se celebró el Día de la Victoria el 9
de mayo. Más de 26 millones de soviéticos, según cifras oficiales, perecieron
durante la II Guerra Mundial, aunque algunos historiadores creen que el número
fue muy superior. Putin ha hecho prácticamente suya aquella victoria y la ha
convertido en un signo de patriotismo. Ahora ha transformado también la
efeméride en un acto de precampaña con claros elementos de culto a su
personalidad.
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