ABC | Las
mujeres, sobre todo aquellas que trabajan y llevan en su mochila los problemas
laborales del día, reconocen que viven la vida a mil por hora, que no les da
tiempo a llegar a todo. Los hombres también se quejan de que las horas del
reloj pasan demasiado rápido, lo que aumenta su sensación de estrés. Lo peor de
estas situaciones es que muchas veces, cuando llega el momento de entrar en
casa y disfrutar de los hijos, aún quedan muchas cosas por hacer: los deberes,
los baños, la lavadora, la cena... Seguro que la historia les suena.
Los
expertos en relaciones familiares apuntan que cada vez reciben en consulta más
preguntas sobre cómo ganar en paciencia porque los padres y madres en vez de
disfrutar de sus hijos, pierden los nervios si los pequeños no son obedientes y
no les ponen las cosas fáciles para tener una mayor tranquilidad en el hogar.
La paciencia,
entendida como la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse (tal y
como enuncia el DRAE) es un tesoro que muchos padres desearían poseer.
Cristina
García, pedagoga, educadora y autora de la Guía «El método de la paciencia con
hijos» de EduKame.com, explica que se puede ganar en paciencia si entendemos,
en primer lugar, que nuestros hijos o hijas son pequeños. Esta especialista
también recomienda tener en cuenta los siguientes diez puntos:
1. Hacen
cosas de niños. No son personas adultas y, por tanto, hacen cosas de niños como
no obedecer a la primera, querer tocar lo todo, cuestionar la autoridad de los
padres, querer jugar sin parar para comer o dormir, decidir qué abrigo ponerse
aunque sea verano, etc.
2.Necesitan
nuestra atención. A cualquier hora del día (si es de noche se pierde más la
paciencia) y en cualquier lugar: en la calle, en casa, en la bañera, mientras
yo hablo por teléfono o cocino, etc.
3. Sus
necesidades son diferentes a las nuestras. Mientras yo necesito descansar de un
día agotador, mi hijo necesita la atención de su madre y padre: ya sea jugando
o preguntando, con mimos o con regañinas, si todo lo demás falla.
4.Merecen
respeto. Tratarles mediante ejercicios de sumisión (cachetes, humillaciones,
castigos y gritos) hace que se sientan inferiores ahora y en el futuro.
5. No
tienen prisa. Ni en comer, ni en vestirse, ni en caminar, ni para llegar a
ningún sitio, ni en crecer. La prisa es de los adultos. ¡Prisa para todo; hasta
para amar! Cuánta más prisa, menos paciencia.
6. No
necesitan hacer muchas cosas. Ellos simplemente necesitan hacerlas y a su
ritmo. En cambio los adultos, sí. Cuánto más cosas por hacer, más estrés y
menos paciencia.
7.
¿Necesitan hacerlas bien? No es cosas de niños hacer las cosas bien. Sí es cosa
de padres exigir o esperar que las hagan bien: obedezcan a la primera, ordenen,
jueguen sin alboroto, comprendan a los hermanos, se lo coman todo, se duchen
sin protestar, hagan bien sus deberes, etc.
8.Solicitan
nuestro tiempo. Los hijos necesitan de nuestro tiempo y dedicación, pero cuando
no lo tenemos en cuenta, nos hace perder la paciencia.
9.
Requieren amor incondicional. La paternidad es amor incondicional, que seguro
practicas cuando tu hijo te sonríe con esa carita tan linda. También es la
misma carita linda de quien te hace perder la paciencia y gritarle o exigirle.
10. Les
necesitamos. Nosotros necesitamos también a nuestros hijos. Abrir nuestro
corazón, jugar, cantar, danzar sin por ello perder nuestra parte de adulto
responsable que se vuelve más flexible, amoroso y sin exigencias.
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