(La
Información) Con unos argumentos parecidos a los que llevaron a aprobar el
matrimonio gay recientemente a los estadounidenses, defiende el derecho a tener
su segunda mujer. En EEUU no es legal en ninguno de los 50 Estados y además
está castigado con penas de hasta cinco años de cárcel.
Nathan
Collier se casó legalmente con Victoria su primera mujer en el año 2000 y con
Christine, la segunda, en una ceremonia religiosa en 2007. Tiene siete hijos de
varias relaciones diferentes y es polígamo. Antes era mormón, pero fue excomulgado
a pesar de que grupos mormones considerados fundamentalistas siguen practicando
la poligamia.
Es un tipo
de matrimonio en el que se permite a una persona estar casado con varios
individuos al mismo tiempo. En EEUU no es legal en ninguno de los 50 Estados y
además está castigado con penas de hasta cinco años de cárcel.
El 26 de
junio, la Corte Suprema EEUU aprobó los matrimonios del mismo sexo con los
siguientes argumentos:
«Como
algunos de los peticionarios en estos casos demuestran, el matrimonio representa
un amor que puede durar incluso pasada la muerte. Sería malinterpretar a estos
hombres y mujeres decir que ellos no respetan la idea del matrimonio. Ellos
alegan que lo respetan, la respetan tan profundamente que tratan de encontrar
su cumplimiento por sí mismos. Su esperanza es no ser condenados a vivir en
soledad, excluidos de una de las instituciones más antiguas de la civilización.
Piden igual dignidad a los ojos de la ley. La Constitución les otorga ese
derecho».
¿Por qué sí
importa el número?
Collier está dispuesto a defender su bigamia ante la misma
institución y aporta argumentos semejantes. Si en el matrimonio no importa el
sexo de los cónyuges, ¿por qué debe importar su número? «Se trata de la
igualdad matrimonial», apunta. «Tengo dos esposas porque amo a dos mujeres y
quiero que mi segunda esposa tenga los mismos derechos legales y protección que
la primera», defiende.
Collier recuerda que cuando intentó casarse con la
segunda mujer le pidieron los papeles del divorcio de su primer matrimonio,
algo que lógicamente no tenía: «Al rellenar la solicitud había un punto en que
había que poner la fecha de la disolución del matrimonio anterior, pero no era
mi caso».
Explicó entonces a los funcionarios que «sólo queremos añadir
legitimidad legal a una familia que ya es feliz. Ni siquiera estamos pidiendo
la aceptación, sólo estamos pidiendo tolerancia. Vivamos nuestra vida juntos
sin miedo», pero no fue suficiente.
Según informa la CBS, Nathan Collier y sus esposas
Victoria y Christine han intentado legitimar su matrimonio polígamo ante la
Corte del Condado de Yellowstone en Billings. Montana, como todos los 50
estados, prohíbe la bigamia pero Collier dijo que planea demandar si se deniega
la solicitud. «No puede haber matrimonio igualitario si no permitimos la
poligamia», declaró a la Associated Press.
Los funcionarios del condado inicialmente negaron la solicitud
de Collier, pero luego dijeron que lo consultarían con el fiscal del condado
antes de darle una contestación definitiva.
Los
musulmanes reclamaron la poligamia en España
La legalización del «matrimonio» gay en España en 2005 abrió la puerta
para que los musulmanes reclamaran legalizar la poligamia. Lo hizo el
presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, Mansur
Escudero: «No parece muy congruente, desde el punto de vista jurídico o de la
moral pública, mantener ilegal la poligamia en una sociedad que tolera la
prostitución y las amantes, y que hace legal el «matrimonio» entre
homosexuales», aseguró.
Utilizando una estrategia parecida a la de Collier, varios casos de
poligamia en España han llegado a los tribunales, pero sigue siendo ilegal.
A pesar de ello, la jurisprudencia española recoge alguna
sentencia favorable a dos mujeres que estuvieron casadas con un hombre. Es el
caso de las viudas de un vendedor ambulante senegalés llamado Mor Diop. Cuando
murió este hombre, sus dos mujeres solicitaron sendas pensiones a la Seguridad
Social, que las denegó. Acudieron a la Justicia y tanto un tribunal de La
Coruña en 1998 como el Tribunal Supremo de Galicia cuatro años después les
dieron la razón: sentenciaron que tenían el mismo derecho a cobrar la pensión.
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