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lunes, 11 de mayo de 2015

«Los de Boko Haram hacían turnos para violarme»




ABC | « ¿Son las estudiantes de Chibok?». En el último año, a Mallam Shettima Haruna y Enoch Mark esta pregunta les provoca un nudo en el estómago.


Desde el pasado 28 de abril, el Ejército nigeriano ha liberado a cerca de 700 mujeres y niñas del bosque de Sambisa, el último bastión en poder de los yihadistas de Boko Haram. Sin embargo, entre las rescatadas no se encuentran las hijas de Haruna y Mark, dos de las niñas de Chibok, cuyas 219 vidas se esfumaron el 14 de abril de 2014 de esta pequeña comunidad del noreste de Nigeria, despertando una mediática campaña internacional bajo el lema #BringBackOurGirls.

Quizá porque entre las liberadas no se encuentre ninguna de las desdichadamente famosas jóvenes de Chibok, el dramático relato de estas mujeres no ha trascendido demasiado. A pesar de la amarga crudeza de su historia.

«Todos los días moría una de nosotras y solo esperábamos a que nos llegara el turno», relataba Asabe Umaru, una de las rescatadas. En este sentido, el Fondo de Población de Naciones Unidas (FPNU) ha confirmado que un número «considerable» de las jóvenes excarceladas están embarazadas. Fuentes no oficiales elevan a 214 el número de secuestradas que quedaron encinta durante su secuestro. Son solo una parte de los crímenes que, de momento, han podido salir a la luz: se estima que Boko Haram ha secuestrado, desde principios de 2014, a más de 2.000 niñas y mujeres.

«Me convirtieron en objeto sexual. Hacían turnos para violarme, estoy embarazada y no sé quién es el padre», recuerda Asabe Aliyu, de 23 años. Según ha podido saber este diario, la mayor parte de las jóvenes liberadas corresponden a secuestros más recientes que el de Chibok. Por ejemplo, un núcleo importante es originario de la comunidad de Gumsuri, en el estado de Borno, que fue atacada el pasado mes de diciembre.

El infierno natural en el que fueron esclavizadas es Sambisa, un bosque en la frontera entre Nigeria y Camerún que se extiende a lo largo de más de 60.000 kilómetros cuadrados.

«Tras el secuestro, formamos un equipo de búsqueda hacia la reserva, sobre la bae de las informaciones que decían que nuestras hijas se encontraban retenidas allí», asevera a ABC Mallam Shettima Haruna, padre de unas de las jóvenes de Chibok.

«Visitamos varios lugares haciendo preguntas, pero cada vez nos dirigían a un nuevo sitio, hasta que llegamos a un espacio en medio de la selva con solo dos casas», añade Haruna. Posteriormente, decidieron regresar debido a que los secuestradores iban armados. Pese a ello, denuncia que el grupo islamista estuvo «acampado durante once días sin que el Ejército nigeriano hiciera absolutamente nada».

La comunidad de Chibok, mientras, vive todavía en la incertidumbre. Según fuentes de seguridad consultadas por este diario, se teme que algunas de las jóvenes, o incluso todas, fueran asesinadas tras la recuperación de la ciudad de Bama por parte del Ejército de Nigeria a mediados de marzo.

Poco antes de la huida final, Abubakar Shekau, líder de Boko Haram, dio la orden de eliminar a todas las mujeres en manos del grupo islamista para evitar que éstas cayeran en manos «infieles». Decenas de vidas fueron cercenadas. No obstante, el Gobierno, de forma oficial, descarta esta hipótesis. En palabras de Mike Omeri, coordinador del Centro de Información de Nigeria, el Ejecutivo aún cuenta con la esperanza de lograr un desenlace feliz con las «niñas de Chibok».

La situación, eso sí, es ahora muy diferente. A finales de marzo, el opositor Muhammadu Buhari, líder del Congreso de Todos los Progresistas (APC), era declarado vencedor de las elecciones presidenciales. Su nombramiento fue un claro castigo a la ineficiente campaña contra la milicia islamista emprendida por el expresidente Goodluck Jonathan: solo en los últimos seis años, más de 13.000 personas han muerto a manos de los insurgentes y 3,3 millones han sido desplazados por la violencia.

Nueva estrategia

Al margen de diatribas políticas, el caso de las «niñas de Chibok» ha supuesto también un cambio de estrategia por parte de Boko Haram, con un notable incremento en los raptos en los últimos doce meses.



La reciente participación forzosa de mujeres o niñas en operaciones militares, como atentados suicidas, demuestra el interés del grupo en convertir a las secuestradas en activos del conflicto. Sobre todo, después de que las tropas nigerianas invadieran en abril el bosque de Sambisa. Desde entonces han acabado con varios campamentos de Boko Haram en una ofensiva con ayuda de Chad. Pero todavía, cientos de familias de Nigeria esperan el regreso de sus hijas.

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