En España y
otros países latinos de tradición católica se va extendiendo la costumbre
norteamericana de celebrar Halloween, entendida para la inmensa mayoría sobre
todo como una fiesta divertida y nocturna que da permiso para la transgresión y
con una cierta temática dedicada al género de terror.
El Halloween
mundano
En España
se extiende por varias vías: el cine y las teleseries que llegan de Estados
Unidos, los colegios -incluso católicos- que la celebran por lo general como
una actividad ligada a la asignatura de inglés y, sobre todo, los comercios que
decoran con motivos halloweenenses con un objetivo psicológico bien conocido
por cualquier vendedor, que es dar sensación de fiesta, porque con la sensación
de fiesta se vende más.
Una cosa
que es divertida, que está apoyada por los medios de comunicación de masas, por
los colegios y por el comercio está llamada a triunfar socialmente, sobre todo
si la única alternativa es celebrar la fiesta de Todos los Santos y la de los
Fieles Difuntos, algo que básicamente consiste en ir a misa o al cementerio y
no es divertido, no cuenta con apoyo mediático, con el de los colegios ni el
del comercio.
Sin
embargo, falta un elemento por ahora,
que es el apoyo de las familias. En las casas españolas no se hacen actividades
caseras de Halloween como en Estados Unidos. Es siempre algo externo, algo que
llega del colegio. Algunos padres pueden dar regalos o disfraces divertidos de
temática de terror a sus hijos y dejar que jueguen con ellos, pero no tiene la
implantación de un carnaval.
Entre los
adultos jóvenes, exceptuando aquellos que les guste específicamente el cine o
la literatura de terror, es una mera excusa para beber, ir de fiesta y ligar.
Las tiendas de disfraces hace años que tienen comprobado que los disfraces
femeninos que se venden o alquilan más en octubre no son estrictamente de
miedo, sino "sexis": "diablesa sexy", "bruja
sexy", "vampiresa sexy"...
En la
tienda de disfraces Maty, de Madrid, explicaban a Europa Press que a sus
clientas el miedo les da igual. Ellas quieren gustar. "Nosotras pedimos
estar guapas vayamos a donde vayamos y queremos un esqueleto ceñido,
provocativo, y que el maquillaje favorezca aunque sea de calavera",
argumenta. Por su parte, las niñas pequeñas quieren lo que salga en la TV (por
lo general, las Monster High) y los
únicos de verdad interesados en intentar dar miedo son los niños varones.
El Halloween
pagano
Parece que
hay consenso en que el origen antropológico antiguo de la fiesta de Halloween
tiene que ver con algo tan humano como el respeto a los difuntos, o al menos la
gestión del alma de los difuntos, un tema complicado desde que el hombre intuye que hay vida espiritual
más allá de la descomposición del cuerpo.
Los
antiguos celtas, que creían en la inmortalidad del alma, pensaban que la noche
del 31 de octubre era especial porque las
fronteras entre el mundo de los vivos y el de los muertos se desvanecían por
unas horas y las almas de los difuntos volvían a rondar los lugares que
habitaron en vida. Era importante para las nuevas generaciones aplacar a los
difuntos de las anteriores y ayudarlas (o forzarlas) a volver al país de los
muertos. Esa mezcla de respeto y miedo para con las almas de los difuntos
(ofrendas de comida, luces y olores) es peculiar del hombre tradicional.
Como las fronteras
con el Otro Mundo se debilitaban, también
era un buen momento para practicar adivinación, hablar con ciertos dioses,
con los muertos, buscar lo oculto... En este caso la motivación ya no era el
respeto a los difuntos y servirlos (o protegerse de ellos) sino la búsqueda de
poder, la idea de que con la metodología adecuada (magia, brujería, poder al
fin y al cabo) es posible forzar o engañar al Otro Mundo a entregar sus
secretos o su fuerza.
El Halloween
cristiano
Según
parece, en los primeros siglos del cristianismo latino, la fiesta de Todos los
Santos se celebraba en la luminosa primavera, en mayo, después de la
Resurrección de Cristo, y buscaba conmemorar a todos los mártires sin una fecha
propia. En el año 835 la Iglesia Occidental empezó a trasladar al 1 de
noviembre la fiesta de Todos los Santos. La de Fieles Difuntos colocada en el 2
de noviembre fue potenciada por San Odilón, abad de Cluny, hacia el año 998. Se
trataba, en cualquier caso, de
cristianizar el trato de los fieles con los difuntos, recordando que sólo
Cristo es Señor de vivos y muertos, vencedor de la Muerte y Camino, Verdad
y Vida.
Frente a
las inacabables negociaciones del pagano con las siempre irascibles y
peligrosas almas de los muertos, el cristianismo enseña que Cristo y Dios Padre
se aseguran del destino de cada difunto y protegen a los vivos.
Como
insiste el canto bizantino: "Cristo
resucitó de entre los muertos, y con su muerte venció a la Muerte; a los que
estaban en el sepulcro ha dado vida". Eso es mucho más poderoso que la
simple gestión pagana o espiritista para evitar que las almas difuntas
molesten.
La famosa
calabaza con una vela dentro (Jack O´Lantern) se ha conservado en Irlanda
ligada a una leyenda moralizante y cristiana. El tal Jack creía ser muy listo en
vida: no hacía caso a Dios, prometía cosas que nunca cumplía e incluso engañó
al diablo tres veces. Pensaba que jurar en vano no tendría consecuencias. Pero
cuando llega a la otra vida, ni San Pedro le deja entrar en el Cielo ni el
diablo en el infierno. El diablo le castiga a errar por el mundo con una
calabaza hueca y una llama en su interior como única iluminación. La enseñanza
es clara: "Jack" no es un símbolo de alegría ni luz, sino un castigo
por haber tratado de engañar a la Justicia Eterna con promesas incumplidas.
La
tradición irlandesa -que los emigrantes llevaron a EEUU- de que los niños pidan
caramelos por las casas con la amenaza "truco o trato" en su origen
tenía también un elemento de penitencia cristiana. Con la sensación de año que
acaba (el otoño marcaba el fin del año celta) los niños cristianos iban por las
casas del vecindario pidiendo perdón por sus pequeñas travesuras; los vecinos,
como signo de reconciliación, regalaban un dulce a los chicos y volvía la paz
entre familias a las comunidades rurales. Borrón y cuenta nueva. Algo muy
cristiano que se fue perdiendo en versiones posteriores.
En
cualquier caso, el Halloween cristiano y el pagano coinciden en el trato con
"ese otro" que es el difunto, que es alguien que aunque murió sigue
siendo de los nuestros, nuestro pariente, nuestro familiar. Hay trato con el
difunto que nos puede ayudar (en Todos los Santos) y el difunto que necesita
nuestra ayuda y oración para purificarse y llegar al Cielo (en Fieles
Difuntos), porque la muerte no rompe el trato entre nosotros. El cristianismo
lo que añade es que ese trato es de amor, de comunión, y nunca de miedo.
El
Halloween mundano y consumista, por el contrario, olvida por completo al
difunto real -puesto que eso obligaría a pensar seriamente en el sentido de la
vida- y lo sustituye por el difunto ficticio, o sea, el monstruo, el no muerto,
el vampiro o el zombie... y procurando no profundizar demasiado en una
narrativa (la novela "Drácula", por ejemplo, es demasiado católica
para el gusto moderno), pasando rápidamente a la bebida y la diversión.
El Halloween
demoníaco
Grupos
satánicos, esotéricos y brujeriles en general han heredado de los celtas la
idea de que se trata de una noche "poderosa", en la que los rituales
obtienen "poder". Es evidente que en otras culturas (africanas o
asiáticas) las noches "poderosas" para hacer brujería son otras.La
lógica señala, por lo tanto, que no hay ninguna noche más poderosa que otra.
La palabra
"poder" no es necesariamente mala. Jesucristo dice a sus discípulos:
"recibiréis poder [dynamos, en griego] que viene de lo alto". Se
refiere el poder del Espíritu Santo, que llega con el bautismo, y se manifiesta
con sus frutos y carismas. Solo se recibe por la generosidad libre de Dios para
quien lo pida uniéndose a Él y su Iglesia.No hay forma de pactar, obligar o
forzar a Dios para que dé su poder, mientras que la brujería y la magia
consisten siempre en intentar engañar o manipular a las "fuerzas"
sobrenaturales para obtener algo.
La Iglesia
Católica enseña que todo poder que no venga de la naturaleza (estudiado por las
leyes de la física, las ciencias naturales, etc...) o que no venga de Dios y
sus sacramentos y dones, si es sobrenatural, llega del mundo demoníaco. Incluso
si lo demoníaco no llega a manifestarse en un ritual esotérico (a veces
planteado como meramente "energético", pero de una energía que la
ciencia no mide, porque es sobrenatural) el hecho de estar buscando ese poder
sin pasar por Dios es para la Iglesia ya un pecado de superstición... Implica
no reconocer a Cristo como Señor y Salvador, es buscar "engañar" o
"pactar" con ese otro mundo... algo que, como enseña la leyenda de
Jack O´Lantern, suele salir mal.
Un peligro del "Halloween mundano" es
que puede llevar al "Halloween esotérico" o demoníaco. El primero
anima a "disfrutar al límite en esta noche especial", con un elemento
de "arriésgate, asume peligros". El segundo refuerza esa idea:
"en esta noche especial, da un paso más, arriésgate a lo sobrenatural y
adquirirás poder".
En ambos
casos, no interesan ni los santos ni los difuntos, a menos que creamos que
podemos manipularlos con magia para obtener poder. La Iglesia responderá a los
brujos que si obtienen algún poder será de origen demoníaco, sólo por un
tiempo, engañoso y a precio muy caro como se revelará más adelante. Tratar con
lo demoníaco es como tratar con la mafia que asegura protegerte: te engancha y
te cobra tarifas brutales.
Alternativas
a Halloween
Un punto
débil de Halloween es que, al contrario que la fiesta de los Reyes Magos, por
ejemplo, no tiene una historia, un cuento, una leyenda, no hay una narrativa
fundacional para contar. En España esta función la cumplió mucho tiempo el
"Don Juan Tenorio" de Zorrilla, con su historia de un seductor al que
se aparece un difunto explicándole lo que espera en la Otra Vida. Lo cierto es
que incluso las historias de monstruos y zombies terminan haciendo pensar en el
bien y el mal, y eso es subversivo en nuestro mundo de relativismo. Cada vez
que se repone una película tan ortodoxa como "El exorcista" hay algo
que chirría en la sociedad posmoderna hedonista y comodona.
Fiesta de
Holywins en la Parroquia de la
Inmaculada de Alcorcón; disfraces de santos...
y
conocer sus historias
Muchas
actividades de Holywins que se celebran desde hace algunos años consisten en
disfrazar a los niños de santos y animarles a conocer la historia de su santo.
Una figura histórica real, con una historia que contar, es más poderosa que una
mera fiesta de disfraces. Ha habido santos guerreros, princesas, decapitados,
mutilados...cualquier cosa que guste a un niño o niña puede encontrar su
disfraz de santo adecuado.
Hay tradiciones
cristianas que se mantienen con fuerza. Mucha gente que no va a misa durante el
año sí que va en Todos los Santos. En Fieles Difuntos se visitan los
cementerios, se ponen flores y a menudo se celebra misa en el cementerio mismo.
Los sacerdotes deberían ir allí donde están las personas con inquietudes
espirituales, y el 2 de noviembre están en los cementerios.
Los postres
tradicionales (buñuelos de viento, huesos de santo y otros tipos de dulces
tradicionales) pueden dar ocasión para hablar en casa de la fiesta. Los hijos
pueden acompañar a padres y abuelos en la visita a cementerios.
Al final,
lo más subversivo contra el Halloween consumista será hablar de los muertos, de
los difuntos, de nuestros seres queridos que ya murieron y de las condiciones
en que nos reencontraremos con ellos... eso es algo profundamente instalado en
el corazón de cualquier ser humano que ya haya perdido un ser querido.
Detenerse un momento y reflexionar sobre eso puede transformar a una persona.
Fuente:
Religión en Libertad
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